"El Camino del Acero" es una novela escrita por Andrés Díaz Sánchez. Un amigo me la prestó hace tiempo y me la he estado leyendo estos últimos días. Es una novela de aventuras fantásticas con un planteamiento curioso. Un chaval que vive en Madrid y que está muriendo en la cama de un hospital se duerme y, al despertar, descubre que está dentro del cuerpo de un guerrero, Dargor Atur, en un mundo extraño. Y Dargor no es un guerrero cualquiera, sino el general en jefe de una poderosa ciudad-estado, sólo por debajo del líder, su padre, en poder. Obviamente, no recuerda nada de su vida anterior, pero con ayuda de sus generales, comenzará a adaptarse a este mundo.
El mundo al que ha viajado nuestro protagonista es una región similar a la Grecia de la Era Clásica, con algunos cambios, como la ausencia de caballos y la presencia de los alais, criaturas semihumanas que toman el papel de los bárbaros de este mundo.
Cuando poco a poco el protagonista comienza a adaptarse a su situación, un golpe del destino hace que deba abandonar su ciudad, y viajar por los lugares más pintorescos de este extraño mundo, siempre tratando de regresar a lo que poco a poco va considerando su hogar.
El planteamiento inicial me ha recordado mucho a Almuric, de Robert Howard (sí, el de Conan) o a otras novelas pulp en las que la conciencia del héroe se ve transportada a un mundo extraño y alojada en un cuerpo que no es el propio. Hay que decir que el autor consigue, al final de la novela, dar una respuesta mucho más coherente al porqué de esta "transferencia", en lo que considero uno de los aciertos de la novela.
Aunque el mundo está presentado de una forma muy coherente, adolece de ser demasiado parecido a la Grecia Clásica. Hoplitas, ciudades-estado, filósofos, bárbaros... para alguien que haya leído unas cuantas novelas históricas ambientadas en la Antigüedad helénica, no va a ser muy sorprendente. Lo único que me tuvo realmente intrigado durante toda la novela fue la extraña Roca del Vigilante, una especie de Peñón de Gibraltar flotante que se encuentra a las afueras de Sarlia, la ciudad-estado de Dargor Atur. Se supone que un Dios vive en ella, y hay todo un Culto que lo adora.
Todas las aventuras que corre el protagonista tienen ese sabor a pulp del bueno, mezclado con un muy buen conocimiento de la Grecia Clásica. En general el estilo me ha gustado mucho.
Eso sí, ha habido un detalle bastante irritante. En Durba, el mundo explorado en la novela, el sol no se llama Sol, sino "Croaga". Y un día no es un día, es un "alaga" (creo recordar). Y en vez de metros, hay "furás". Y todos estos términos nos los presentan y los explican la primera vez que aparecen, pero después se utilizan durante la narración... y molestan. Es decir, una frase como "Croaga se levantó y pasó medio alaga antes de que los bárbaros atacaran. Arrojamos nuestras lanzas cuando estaban a quince furás de distancia" es más difícil de seguir que si usamos "Sol", "día" y "metro". Supongo que la intención es transmitirnos que estamos en un mundo distinto, pero a mi se me hizo pesado.
En cualquier caso, la novela es entretenida, está bien escrita (con la excepción de los nombres raros que he comentado) y el final es bastante interesante, sobre todo el giro del origen del protagonista. La recomiendo tibiamente ;).
Saludetes,
Carlos
No había oído hablar de ello y me gusta el planteamiento, si la encuentro quizá la compre.
ResponderEliminarGracias por la recomendación.
Selenio.
Gracias a tu post acabo de recordar que hace más de un año la empecé y la tengo inacabada. Me pasa exactamente lo mismo que a ti: me irrita tanta terminología especialita, que acaba lastrando la narración. El autor tiene mucho oficio con la palabra, no cabe duda, pero tanto empeño en meternos con calzador los nombres de las cosas denota cierta dificultad a la hora de transmitir un contexto dado. Sería mucho más eficaz no dedicar un capítulo entero a la Historia y Geografía de ese mundo (como la ambientación de un juego de rol, vamos) y sí transmitir esos conceptos a lo largo de la narración.
ResponderEliminarSelenio: Ya te digo, no está mal :).
ResponderEliminarAvatar: Hombre, termínala, el final es curioso. Y sí, hay un problema de que nos cuenta muchas cosas al principio... y yo iba chequeando, y me pensaba, ajá, como los griegos, como los griegos, sí, esto también es como los griegos... ah, mira, una roca voladora, por fin algo novedoso ;D
Pero en fin, está entretenida. Se deja leer :)
Está bien, Carlos, desempolvaré el ejemplar y le daré el toque final. En todo caso, muchas gracias por tan estupenda reseña. ¡Saludos!
ResponderEliminarUf, pues si no te gusta la terminología extraña no te recomiendo La Espada de Fuego y el Espíritu del Mago de Javier Negrete (eso sí, como novelas de fantasía me parecen cojonudas).
ResponderEliminarMaestro: Curioso, de Javier Negrete sólo me he leído "Señores del Olimpo" y no noté nada sobre terminología extraña. Por cierto, "Señores del Olimpo", que gran novela para un aficionado a "Mazes & Minotaurs" :D
ResponderEliminar¿Y una recomendación de regalo de Reyes para un friquito como yo que sabe de Grecia más o menos lo normal?
ResponderEliminar¿Quizá esa de Señores del Olimpo o conocéis algo más suculento?
Bukran: Claro, hombre. Sin salirnos de la Antigüedad y la Mitología:
ResponderEliminar- "Aníbal", de Gisbert Haefs. Uno de mis libros preferidos. No puedes fallar con casi ningún libro de Gisbert Haefs.
- "El Vellocino de Oro", de Robert Graves, para una visión muy particular de un mito griego muy particular. Fliparás con Hércules. O, si no lo encuentras, "Yo, Claudio", clásico entre los clásicos.
- "Sinuhé el Egipcio" de Mika Waltari. O casi cualquier otra cosa del señor Waltari, como "SPQR".
- "Señores del Olimpo" es muy entretenida, aunque en esta ocasión no puedo recomendar más novelas del autor, porque es lo único que me he leído de él.
Vale, me las apunto. Muchas gracias oráculo.
ResponderEliminarJajajaja, vaya, sólo ahora, al final, es cuando comprendes... lo irritante que puede ser para algunos leer cosas en yardas, pies, y grados farenheit :-P
ResponderEliminarCoincido con El Maestro en la recomendación sobre la Espada de Fuego (la segunda parte no la he leído). Recuerdo particularmente el experimento de poner a doble columna, en la misma página, los pensamientos de dos oponentes en un duelo a espada. Fue curioso, cuanto menos.
Bukran: De nada, hombre ;)
ResponderEliminarErekibeon: A mí siempre me ha molestado lo de las yardas, pies, etc. Y no te quejes, jodío, que anda que no le costó al Maestro pasar todas las referencias en yardas a metros en la traducción de Mazes & Minotaurs.
Me apunto lo de La Espada de Fuego, aunque tengo una larga lista de libros por leer