19 junio 2022

Tampoco pasa nada por ser friki

En su blog, La Biblioteca de Dol Amroth, Funs Athal ha escrito hace poco una entrada quejándose sobre el término «friki»: Los frikis en el día del friki y sobre todo, por la percepción que la gente tiene sobre este colectivo (si es que se nos puede considerar como tal).

Tener un blog llamado La Frikoteca creo que sirve como pista de que a mí la palabra friki no me molesta xD. Quizá porque siempre he defendido que todo el mundo es friki de algo. Entendiendo que «todo el mundo» quiere decir «un gran porcentaje de la población»; solo un Sith piensa en absolutos. Y es que para mí, un friki de cualquier afición es una persona que le dedica mucho tiempo a dicha afición, no solo practicándola de cuando en cuando, sino dedicándole tiempo, esfuerzo, dinero y sobre todo, «espacio mental». Una cosa es salir con la bici de cuando en cuando a pedalear y otra estar delante de una tienda pensando si debes comprarte una caja de cambios de 600 euros, tal y como me comentaba hace muchos años un colega del curro. Sé que esta no es la acepción más popular del término «friki», porque da la impresión de que para que te sea aplicable la palabreja, no solo tienes que ser un flipado de lo tuyo, sino que «lo tuyo» debe cumplir ciertos requisitos: ser algo poco conocido, nada respetable y poderosamente subcultural. Como le dijo una vez Alejo Cuervo a una señora que entró en Gigamesh preguntando por La Celestina, «aquí solo tenemos vicio y subcultura».

¿Por qué esto es así? Bueno, en primer lugar, porque hay aficiones respetables y aficiones que no lo son. No hay frikis de la escultura, la pintura o la literatura porque eso es «alta cultura» o cultura académica. Hay una larga tradición que se remonta a siglos o milenios, con personas famosas que han sido reconocidas como maestros en su campo y líderes de movimientos revolucionarios dentro de sus disciplinas artísticas. No hay frikis del piano; hay virtuosos del piano.

Porque, y esto es muy importante, existen en estas disciplinas artísticas estudios reglados, exámenes y titulaciones. La sociedad acepta la existencia de estas y establece unos criterios de entrada, unos mínimos que hay que cumplir para ser considerado un profesional de ello. Puede haber gente autodidacta, por supuesto, y genios de lo suyo que triunfen fuera de la academia. Pero son la excepción y no la regla.

Lo contrario de estas aficiones «respetables» son las aficiones «populares», entendidas como aquellas que son «del pueblo». No hay catedráticos del rol ni de los Madelman. Yo suelo decir que tener una editorial de rol es como tener una de poesía (no te vas a hacer rico) y que ser aficionado al rol es visto de un modo tan raro como ser aficionado a coleccionar sellos. Pero es algo aún peor porque la poesía sí es una de las bellas artes y la numismática, separada del mero coleccionismo, es una disciplina auxiliar de la Historia.

Al fin, las aficiones frikis son por lo general cultura popular. Un tipo de cultura sin referentes académicos ni estudios serios, con poca tradición (comparada con otras disciplinas) y sin carreras ni estudios aceptados por la sociedad en su conjunto. La buena noticia es que un género cultural popular puede llegar a tener la fuerza suficiente como para convertirse en Arte con mayúsculas. Al cine le pasó, aunque tuvieron que pasar muchas décadas para ello y todavía colea la idea de que el teatro sigue siendo su pariente más respetable. A los videojuegos probablemente les pase, y cada vez nos acercamos más a ese momento. Los cómics están a mitad de camino entre uno y otro, y el hecho de que hace poco haya leído en un periódico un artículo diciendo que «los cómics pueden hablar de cosas serias» me entristece: los cómics llevan décadas hablando de cosas serias, pero parece que aún les queda trabajo para ser considerados arte.

Y, además, hay una cuestión de masa crítica. Hay aficiones y manifestaciones culturales que se quedarán por el camino porque no llegarán a congregar a su alrededor al suficiente número de practicantes. Se puede ser friki de los Madelman, y sus aficionados cuentan con todo mi respeto. Pero teniendo en cuenta que son unos muñecos que solo se fabricaron durante quince años, sospecho que dentro de un siglo o así ya no quedará mucha gente para los que signifiquen algo. Tengo más esperanzas con el rol porque a lo tonto ya llevamos casi cincuenta años de historia y el género ha evolucionado, cambiado y hasta sobrevivido a la muerte de sus creadores y la disolución de las empresas originales que lo iniciaron.

Quizás al final lo que sucede con la palabra «friki» es que se aplica a los aficionados a actividades que ni son académicas ni son muy populares. Hay quien lo prefiere así, porque si el coste de entrada es tan sencillo como simplemente comprarte un libro, un cómic o una figurita de acción, eso es más fácil que sacarte los doce años de carrera de piano. Y si además no es algo muy popular, puedes solazarte en pertenecer a una pequeña comunidad que dispone de un conocimiento del que la mayoría de la gente carece y pensar que eres especial. Lo malo es que te puede quedar la idea de que quizás aquello que te gusta y te apasiona ni es serio ni es conocido. Y una característica de las cosas que nos apasionan es que pasan a formar parte de nuestra identidad. E identificarse con algo poco serio y poco conocido puede dar un poco de bajona; a nadie le gusta pensar que es poco importante o ridículo.

La buena noticia es que una afición que no haga daño a nadie no es ni más ridícula ni menos respetable que otra cualquiera. Cuando me dicen que el rol es una chorrada llena de elfos y orcos suelo responder que en realidad no es una actividad más absurda que cualquier deporte: como todos ellos, es un juego, con unas reglas determinadas, que se practica para divertirse. Los juegos, los deportes y el arte, son todas actividades humanas que no son imprescindibles para la supervivencia de la especie, ni para vivir. Se puede sobrevivir sin arte ni espectáculos, ni deporte ni aficiones (sean o no frikis).

El matiz, claro, está en la diferencia entre «sobrevivir» y «vivir»; La vida es muy corta y tienes tiempo para hacer muy poquitas cosas. Así que, en mi opinión, deberías procurarte un medio de subsistencia pero también una afición que realmente te haga feliz. Y si es una afición considerada como «friki», pues qué le vamos a hacer; se pueden ser peores cosas en la vida, y no soy tan joven como para perder mi tiempo preocupándome por lo que otras personas piensen de mí. Ni tú deberías preocuparte tampoco.

Saludetes,
Carlos

2 comentarios:

  1. Sin más valor académico que "porque me lo parece a mí" pienso que alguien es friki cuando se toma (demasiado) en serio algo que no lo es, por tanto tan friki es el que sale en un talk show de la tele flipándose con, yo qué sé, la diferencia entre plataformas y zapatos altos, como el hooligan que llora porque su equipo ha bajado a segunda división. Y claro, eso incluye nuestras famosas discusiones sobre lugares y gente que "no existen" en los juegos de rol.

    Comparto contigo lo de que "todo el mundo es friki de algo" porque en verdad tendemos a tomarnos muy en serio cosas que no lo son, sobre todo nuestras aficiones, pero claro, hay algunas aficiones que están cubiertas de una pátina de "seriedad" por su valor artístico, o por el dinero que mueven o porque son saludables, y eso convierte a muchas aficiones "poco serias" en aficiones frikis por cercanía y a esos aficionados en frikis, mientras que a "frikis de manual" del deporte se les ve como "expertos aficionados".

    Así que sí, puede que la palabra friki tenga una connotación negativa, pero no por ello me importa reconocerme como friki del rol. Está claro que me tomo demasiado en serio mis partidas y mis aficiones, pero así las disfruto más. Y saber que eso me convierte en friki igual me ayuda a tener un pie en tierra y saber que no tengo que dejarme llevar demasiado por esa pasión, solo lo necesario, y por supuesto no esperar que los demás lo hagan igual. Reconocerme como friki me ayuda a respetar a los que no lo son y a los que lo son de otras cosas. Lo cual ya es algo.

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    1. Muy de acuerdo, sobre todo con la reflexión del último párrafo ;). Efectivamente, está muy bien tomarnos en serio nuestras aficiones porque, a ver, son nuestras aficiones porque nos gustan y divierten. Pero es muy saludable tomar una pequeña distancia emocional con ellas y saber que hay más cosas en la vida :).

      Gracias por pasarte y por dejar un comentario tan interesante :).

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