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13 mayo 2016

Jugando a La Tumba del Rey Toro (cuarta parte)

Llegamos casi al final de esta pequeña crónica sobre las andanzas de Malus de Argos, Aglaia la Amazona y Watsus el Elementalista por la vTumba del Rey Toro. De hecho, esta es la penúltima sesión.

Pociones curativas y Colosos de Bronce

En la última partida habíamos dejado a los personajes preguntando a la Profetisa Melaclea que dónde podían encontrar pociones curativas o algún objeto que les ayudara a curarse. Lo cierto es que el grupo tenía un pequeño problema: no disponían de un personaje con habilidades curativas (un Sacerdote o una Ninfa, por ejemplo), y eso es complicado en un juego como "Mazes & Minotaurs", muy influenciado por las ideas de "D&D". El grupo había ido recuperando puntos de vida a base de usar pociones curativas, o con la ayuda de sus aliados, los Hombres Salvajes, pero sentían que no era suficiente.

Había estado echándole un vistazo a la aventura y llegué a la conclusión de que había un lugar donde podían encontrar lo que estaba buscando. De hecho, era un lugar bastante difícil de encontrar y algo peligroso... pero con un buen tesoro al final. Es una de esas zonas que es muy posible que unos jugadores pasen por alto durante la aventura, pero el hecho de que preguntaran a una Profetisa me dio la excusa perfecta para guiarles hasta allí :).

A la zona en cuestión se accede desde una puerta secreta situada detrás de un trono. Pero para llegar a la sala del trono, los héroes tenían que enfrentarse previamente a un Coloso de Bronce que cuidaba el lugar.

Al Coloso le habían visto antes, pero el enorme constructo no se había movido al verles, y hasta el momento no se habían enfrentado a él. Ahora, decidieron que era necesario llegar a esa magia curativa que les había prometido Melaclea... y optaron por combatir al ser mecánico.

El combate fue más o menos sencillo. Malus de Argos se enfrentó cuerpo a cuerpo al monstruo, y Watsus le lanzó una serie de rayos con su Vara de Rayos Beta (especializada en destruir seres Animados). Mientras tanto, Aglaia logró esquivar al coloso ágilmente y adentrarse en la sala, en busca de la puerta secreta. La idea de la Amazona era coger las pociones y retirarse rápidamente, pero al ver que la puerta secreta daba a un pasillo con otras tres puertas... decidió esperar a sus compañeros. Estos habían terminado ya con el Coloso, y se estaban acercando.

Cuando los tres héroes vieron que se abría una puerta y comenzaban a salir un grupo de Hombres de Hierro que se llevaban arrastrando las partes descuartizadas del Coloso, decidieron rápidamente meterse en el pasillo tras la puerta secreta, y cerrar tras ellos.

Tesoros Secretos, Trampas y Estatuas Gigantes

De las tres puertas que vieron en el pequeño túnel secreto, los héroes decidieron abrir la más alejada. Al otro lado había una gran sala con unas grandes estatuas de mujeres (cariátides). Las dos estatuas más alejadas comenzaron a moverse en cuanto se acercaron a ellas (¡Cariátides Vivientes!) y los jugadores se acojonaron porque les indiqué que eran estatuas aún más grandes que el Coloso de Bronce, y que eran un rival peligroso (podían atacar hasta a 3 héroes en cada turno, haciéndoles 3d6 de daño con cada impacto; una burrada en "Mazes & Minotaurs").

Como las Cariátides eran algo lentas de movimientos, los héroes se replegaron, cerraron la puerta tras de sí y probaron suerte con otra puerta. Consiguieron forzar una segunda puerta y entraron en una sala pequeña con varios cofres llenos de oro (algo a lo que los héroes no le daban la más mínima importancia a estas alturas). Uno de los héroes se quedó cuidando la puerta, e hizo bien, porque ésta comenzó a cerrarse y, poco después, la sala comenzó a llenarse de agua. Era una elaborada trampa pensada para encerrar y ahogar a los incautos. Al no quedarse la puerta cerrada, en lugar de inundarse la sala, el agua inundó la mitad de dicha sala y el pasillo... y cuando los héroes abrieron la sala de las Cariátides, también algo de esa sala.

Una cosa que los personajes observaron es que las Cariátides se habían quedado quietas en el lugar en el que estaban cuando cerraron la puerta. Y que parecían reaccionar a la luz. Así que, osadamente, se metieron a oscuras en la sala y esperaron. Y las Cariátides no les atacaron: sólo lo hacían ante un foco de luz.

Una vez superada esta prueba, los héroes encontraron una puerta más en la sala de las Cariátides y la abrieron. Al otro lado encontraron una sala llena de tesoros, tanto monetarios (¡puaj!) como mágicos. Y, aún mejor, encontraron una segunda puerta secreta que les llevó a una sala más pequeña que la anterior, pero con todavía más dinero (¡puaj!) y aún mejores tesoros, ¡incluyendo pociones curativas!

En esta última sala fueron atacados por una especie de ameba gigante que salió de una gran vasija. Les costó acabar con ella, pero lo lograron, y se replegaron con todo lo que habían conseguido.

Una cosa muy curiosa es que, a estas alturas, los jugadores no tenían el más mínimo interés en el dinero. Sus personajes tenían una misión, y encontrar objetos míticos como armas, armaduras o pociones era genial, porque les ayudaría en su lucha final. Y a estas alturas tenían ya un arsenal suficiente como para brillar con una luz divina.

Pero, ¿oro, joyas? Eso no tenía el menor interés para ellos.

Un momento... ¿joyas? ¿No dijo hace mucho tiempo el Sabio Rojo que si le encontraban diez joyas rojas se las entregaran? En el tesoro que habían encontrado había unas cuantas joyas de estas, y entre unas cuantas que habían encontrado aquí y haya, ya tenían la cantidad que les había pedido el Sabio.

Tocaba completar otra Side Quest.

La Batalla de los Sabios

Tenían que acabar con el Minotauro, y tenían que recuperar la Vara que las Brujas le habían arrebatado a Zeus, pero antes de seguir con esas misiones, los héroes decidieron cumplir la misión que les había puesto el Sabio Rojo. ¿No es delicioso cuando una Búsqueda necesita que se cumpla otra antes, y otra antes que esa, y así hasta que se termina la cosa liando como un culebrón venezolano? Sí. Sí que lo es.

Los héroes recorrieron la Tumba hasta llegar a una de las salidas situadas al sur, y después se adentraron en la casa del Sabio Rojo. Cuando le entregaron las joyas, el Sabio dijo que por fin podría enfrentarse a su enemigo, el Sabio Negro.

Y entonces, comenzamos lo que sólo se puede calificar de una Escena Cinemática (¿"Side Quests"? ¿"Cinemáticas"? Sí, el mundo del videojuego nos ha influenciado mucho). El Sabio Rojo usó las joyas para convertir animar a un gran monstruo de piedra y junto a ese contructo y unas cuantas momias y sabuesos no-muertos, se dirigió hacia el este, seguido de los héroes.

Allí, su hermano, el Sabio Negro, se presentó con su propio ejército de hombres bestia y arañas Dominadas por su magia. Las dos pequeñas bandas se enfrentaron entre sí, y los dos Sabios lucharon con su magia.

Al final, los dos Sabios yacían medio muertos en el suelo y entonces apareció una tercera figura: el Sabio Blanco. El hombre surgió de un pequeño bosquecillo, se agachó junta a los otros dos Sabios y una luz cegadora les ocultó de la vista de los héroes.

Cuando la luz se disipó, donde antes había tres personas ahora sólo quedaba una, que se presentó como "El Sabio". Les contó a los héroes que hace muchos años llegó a la Tumba para investigar sus misterios, pero que una trampa mágica hizo que se dividiera en tres entidades: los Sabios Rojo, Negro y Blanco. Sólo cuando el Sabio Rojo y el Negro estuvieron lo suficientemente débiles pudo el Sabio Blanco volver a unirlos en un solo ser.

Como recompensa, el Sabio les entregó una serie de objetos mágicos, incluyendo una Joya de la Maestría Animada, que les permitiría controlar a un Constructo de forma permanente.

Uno de los jugadores, el que llevaba a Watsus el Elementalista, sonrió. "¿A cualquiera?". Sí, a cualquiera. El jugador comenzó a reir: "A por una Cariátide".

Una Aliada Enorme y una Aliada Serpentina

Los jugadores se fueron con su Joya de la Maestría Animada hasta la sala de las Cariátides, atrajeron a una de ellas hacia la salida con una luz y la controlaron con la Joya.

De repente, los jugadores tenían bajo su control a un bicho con 50 puntos de vida, que podía hacer tres ataques por turno de 3d6 daño cada uno. El Elementalista se subió a los níveos y marmóleos hombros de la Cariátide, y todos juntos se dirigieron hacia el Cubil de las Brujas.

Los héroes siguieron la ruta que les había indicado Melaclea hacia el Cubil de las Brujas. Por el camino, los héroes se encontraron con un grupo de extraños hombres-rata. Parecían gente peligrosa, porque les empezaron a arrojar unos dardos con pinta de emponzoñados. Pero en cuanto la Cariátide se los empezó a cargar de tres en tres, pusieron pies en polvorosa (de hecho, sólo escapó uno).

Poco después, en un largo pasillo, los héroes se encontraron con el cadáver de una enorme Serpiente Blanca. Del cadáver se elevó un espíritu serpentino, el fantasma de la serpiente. Y pareció que iba a atacarles, pero no lo hizo. En lugar de eso, se comenzó a comunicar mentalmente con los héroes. Resultó que era una de las Serpientes de la Tierra Oscura, servidoras de la Gran Diosa Rea. Y los héroes tenían la bendición de Rea, por lo que la serpiente era ahora su aliada. La Serpiente Blanca reveló que había muerto luchando contra la bruja Hekateria, pero que la cegó antes de morir.

La Serpiente no podía abandonar el lugar donde yacía su cuerpo, pero su espíritu era poderoso y seguiría cuidando este lugar por si volvían las brujas.

Entonces los jugadores hicieron algo que, ni en mis sueños más locos se me habría ocurrido: ya que la Serpiente no podía alejarse de su cuerpo, ordenaron a la Cariátide viviente que cogiera el cuerpo y se lo enrollara por encima des hombros. Y entonces resultó que los héroes tenían a su disposición una estatua gigante y una serpiente mágica con poderes mentales.

Hecho lo cual, se metieron en el cubil de las brujas. Apareció un fantasma, pero Malus lo mató con su Espada del Inframundo (la había encontrado en la sala del tesoro). Después, un viento mágico trató de apagar sus antorchas, pero Aglaia usó la Lanza de la Victoria (que había encontrado en la sala del tesoro) para iluminar su camino y seguir avanzando. Unas Viñas del Tántalo trataron de matarles, pero la Cariátide las arrancó de cuajo.

NADA podía detener a nuestros héroes.

Y ahí terminó la sesión ;). Nos leemos en la siguiente (¡y última!)

Saludetes,
Carlos

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Contado así sí puede parecerlo. Visto en persona, hubo muchas risas, como suele ser habitual ;).

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    2. ¿Crees que la Tumba funcionará con las reglas de Hackmaster 4º? Contando con darles a los enemigos los 20 puntos de vida extra que llevan en ese juego de serie....
      Yo me inclino a pensar que sí, dado que todos son más o menos D&Ds...

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    3. Yo creo que sí que funcionaría con Hackmaster. Es cuestión de buscar monstruos que sean más o menos similares. En el tema de los objetos míticos igual habría alguna complicación adicional, porque ya es un estilo algo diferente... pero tampoco tanto.

      Aunque tiene su curro, yo creo que se podría adaptar sin demasiadas dificultades :).

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