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22 enero 2025

Me he comprado una minicadena

Sé lo que estáis pensando. ¿Qué tiene que ver comprarse una microcadena con nada de lo que se habla habitualmente en este blog (esto es, frikadas)? Bien, tiene su sentido. Acompañadme en este viaje mágico.

A mí me gusta mucho cocinar. Hace años, cuando me fui a vivir con mi novia (actual esposa), no sabía hacer más que huevos fritos, cositas a la plancha y lo básico de lo más básico. Aprendí a hacer tortillas de patata porque a mi pareja no le gustaba hacerlas y a mí me gustaba comerlas, así que fue una buena motivación para buscarme la vida. Y he de decir que ahora me salen muy bien. Pero durante muchos, muchos años, era mi mujer la que se encargaba básicamente de la cocina. Pero en un momento dado de nuestra relación, ambos nos cogimos la reducción de jornada por cuidado de hijos. Un poquito cada uno, de modo que uno entraba un poco más tarde y dejaba a los chicos en el cole y otro se iba pronto y volvía antes y los recogía del cole. En un momento dado y debido a que yo no estaba muy contento en el curro, me cogí yo directamente la reducción de jornada al 50% y me tiré bastantes años dejando yo a los chicos, volviendo a casa, recogiéndolos, haciendo la compra, cocinando... en fin, asumiendo las tareas del hogar en mayor grado, porque mi mujer era la que hacía jornada completa y traía más dinero a casa.

Os aseguro que es una de la mejores cosas que he hecho en mi vida.

Porque he aprendido a ser un adulto funcional en muchos aspectos, cosa que, me avergüenza decirlo, no era en los primeros años de nuestra relación. Ahora no solo sé poner lavadoras (y tender, y planchar; aunque desde hace años en mi casa ya no se plancha), sino que también sé hacer la lista de la compra y cocinar. En mi casa yo me pienso el menú semanal, voy a comprarlo y hago casi siempre las comidas y las cenas. Mi mujer puede ayudarme, pero es una tarea que no solo asumo, sino que me gusta hacer. Y he aprendido porque he tenido que ocuparme de ello, pero os juro que me sorprende pensar que hace apenas diez años no supiera manejarme con según qué cosas.

La cuestión es que yo cocino. Es más, me relaja hacerlo. Me pongo con mis recetitas, pico cebolla, hago sofritos, pongo bastantes ollas a presión, uso el horno, etc. Y casi siempre me pongo música para cocinar (nos vamos acercando al meollo de esta entrada).

La música la suelo escuchar en Youtube. No tengo Spotify y, de hecho, tampoco tengo el Youtube Premium o como se llame, aunque todos los putos días Youtube me anime a probar la versión de pago gratis durante un mes. Youtube no está mal. He descubierto bastantes grupos y cantantes que me gustan mucho a día de hoy (Rozalén, London Grammar, Vetusta Morla, Ángel Stanich...). Pero claro, el algoritmo.

El algoritmo hace que cuanto más escucho una canción, más veces salga esa canción. El algoritmo hace que, si un día se me ocurre pulsar en algo que me parezca mínimamente curioso, me tire meses recibiendo cosas relacionadas con eso que me llamó la atención una vez. Le di un día a un vídeo que tenía un tiburón blanco amenazando con comerse a un señor y a día de hoy me siguen saliendo vídeos de tiburones y ballenas, a pesar de que he procurado no pulsar ninguno más. Entiendo que se irán yendo, con paciencia.

Uno de mis artistas favoritos es Roberto Iniesta, ex-cantante de Extremoduro. Lleva años creando música por su cuenta, y a mediados del año pasado estuve en un concierto suyo y creo que ha sido uno de los mejores a los que he ido en toda mi vida. Pero, oh sorpresa, no le he comprado nada al Robe en... no sé si le he comprado algo en algún momento de mi vida. Tengo mucha música suya en formato MP3 porque me la he bajado de internet. De Youtube, en concreto. Y me jode, lo admito. Es un artista que me gusta. Y quiero contribuir a que siga haciendo canciones. Así que, aparte de ir a su concierto, me propuse comprar uno de sus discos, solo por apoyarle económicamente. Aunque ya nadie compre discos.

Pero es que en mi casa no queda ni un aparato que lea CD.

Seguro que hace tiempo los hubo, pero ahora ya no tenía ni uno. Bueno, las consolas de videojuegos. Hay una Xbox por casa. Dos. Una más antigua que me regaló mi mujer hace 17 o 18 años, y que casi no uso (pueden pasar años sin que yo toque la videoconsola) y otra más moderna que ya directamente se compró ella, porque en realidad a ella sí que le gusta echarse sus partidas al Assassin's Creed. Pero escuchar música en una videoconsola no es lo suyo, aunque lea CD.

Así que pedí una microcadena a los Reyes Magos y, como he sido una buena persona este año, me la han traído. La he puesto en la cocina y ahora escucho la radio en ella, y me he hecho el firme propósito de irme comprando CD de artistas que me gusten. Probablemente terminaré descargando las canciones en formato MP3 para ponerlo en un pincho USB y escucharlas ahí (es un aparato versátil), pero lo importante es que me quiero independizar de Youtube. Estoy cansado del algoritmo.

Me cansé de Facebook hace muchos años. Me cansé de Twitter hace poco. No me llegué a cansar de Google+, pero me lo quitaron. Aunque, ahora que lo recuerdo, creo que también me cansé un poco de la polarización que fue asomando su cabecita poco a poco también en esa red social. Estoy en el fediverso (en Mastodon) porque allí no hay algoritmo. Veo las cosas en el orden en el que se publican, y es muy gracioso ver cómo de madrugada se empieza a leer todo en inglés a medida que se hace de día al otro lado del Atlántico ;). También os digo que incluso el fediverso me cansa a veces porque, a ver, las redes sociales son un sumidero de tiempo un poco absurdo. Sí, lo admito, salen cosas interesantes de cuando en cuando, hay reflexiones que te hacen pensar, ves otras perspectivas... pero es que incluso una red social sin algoritmo es algo a lo que entras sin un objetivo claro y que te atrapa durante un par de horas de la forma más improductiva que existe. Ojo, hacer cosas improductivas está bien, pero yo disfruto más cuando eso que escribo es algo creativo además de improductivo ;).

Esta entrada es improductiva, y sospecho que tampoco es demasiado creativa.

Pero el caso es que tenía ganas de escribir y no tenía nada friki que contaros. Así que he pensado, como me sucede muchas veces, en qué he hecho últimamente. Estoy leyendo libros y viendo series, pero eso lo hace todo el mundo. Pero comprarse una minicadena... eso ya no es tan común, ¿eh? :D.

Temo que al final esto no es sino un paso más en mi retirada paulatina de Internet. Un lugar que, en mi ya lejana juventud, me pareció un lugar de libertad, de creatividad y de aprendizaje como no había visto antes ni creo que vea jamás. Tenía sus mierdas, por supuesto, y sus propios códigos, que tenías que aprender para participar. Pero a día de hoy internet me parece un lugar donde todo el mundo quiere venderme cosas o hacerme la ficha policial para saber todo lo posible sobre mí y vender mi información a gente que me quiere vender cosas. No me hagáis empezar a hablar de la IA, que sabéis que me caliento. Pero pronostico que se usará básicamente para vendernos cosas.

Estoy un poco harto del mundo digital. Sé que es un poco contradictorio decirlo mientras escribo en un blog que encima utiliza una infraestructura propiedad de Google. Pero, a ver, no se puede ser coherente todo el tiempo ;).

Siento que internet es una mierda. A ver, entiendo que no, que tiene muchísimas cosas buenas; trabajo en informática. Pero el modo en el que cuatro multinacionales han copado el uso de internet me parece descorazonador, fatigoso, cansado. Me estoy cansando del constante bombardeo de estímulos y de que me espíen para venderme cosas. Al final casi prefiero comprarme mis cosas, gracias. Mis libros, mis música, mis series. Seguro que también se me puede hacer la ficha policial viendo lo que compro, que se estará quedando anotado en mil y un sitios. Pero coño, por lo menos que pueda coger un libro o un CD de la estantería y leerlo/escucharlo sin que alguien anote cuándo lo he hecho o lo he dejado de hacer.

Entiendo que es posible que las cosas cambien y mejoren en internet. Que se pongan límites, que no lo usemos como una droga que nos entontece y nos distrae. Pero también podría ser que no. Me apetece recuperar un poco de mi vida normal, privada, analógica y desenchufada. Vale, la minicadena va enganchada a la red eléctrica; pero tiene pilas y no está enganchada a la red.

Al final creo que hay que recuperar ciertos espacios analógicos y desenchufados. Quedar con gente, salir a hacer deporte, leer un libro. Reencontrarme con el mundo físico.

Y escuchar música en mi minicadena, sin que no se entere más que mi familia y mis pobres vecinos.

Buscad cosas que hacer lejos de internet. Se ha hecho muy inhóspito con el paso de los años.

Saludetes,
Carlos

23 diciembre 2024

La IA me parece una mierda

A lo largo de los últimos tiempos he visto como la Inteligencia Artifical se cuela poco a poco en todos los ámbitos de la experiencia digital. En mi propio trabajo se nos anima a utilizar Copilot (el asistente de inteligencia artificial de Microsoft), aunque es verdad que se nos prohibe usar ChatGPT, por la información que esta herramienta recopila sobre nuestras actividades y envía a sus dueños. En mi experiencia, lo que Copilot, ChatGPT y el resto de herramientas basadas en IA ha logrado en mi trabajo ha sido:

  • Que un colega me haya enviado un correo electrónico y mi primera impresión haya sido pensar que estaba borracho cuando lo escribió. Después me confirmó que lo que había pasado es que le había dicho a Copilot que me respondiera, y le dio a Enviar simplemente repasándolo por encima. Y ya os digo yo que se notaba que ahí había algo raro (eran tres frases que decían cada una lo mismo, pero de forma ligeramente distinta).
  • Que la gente ya ni se preocupe de tomar notas en las reuniones, porque total, ya les va a hacer un resumen la IA y, si hace falta, un resumen del resumen, o un resumen del resumen del resumen. O simplemente, las tres ideas claves de la reunión. Habrá quien siga atendiendo en las reuniones, pero ¿estamos de verdad quedándonos con los detalles de lo que se dice o acuerda? ¿O no nos fijamos en eso porque, total, tenemos una transcripción que podemos consultar cuando sea necesario?
  • Los programadores están usando ChatGPT (aunque no se pueda) para crear código que están incrustando en los proyectos, aunque no sepan muy bien qué es lo que están haciendo. Lo consideran cajas negras de código, donde meten unos datos y sacan otros. Con que funcione razonablemente bien, les vale. Y ya me ha tocado, el año pasado, ponerme el casco de minero, meterme en las tripas del trabajo de una compañera y empezar a ver qué es lo que había hecho. Y lo que había hecho en ocasiones no tenía el más mínimo sentido, ni tenía coherencia con el resto de la aplicación. Peor aún, como no lo había hecho ella, no estaba familiarizada con lo que había escrito. Había confiado en que hacía lo que ella quería, sin repasarlo.

En general la gente sabe que la IA «falla a veces» y, por el momento, no se fían del todo de ella. Así que la usan principalmente como base para escribir una primera versión de un informe o presentación, una primera versión de un código o una primera versión de un correo electrónico. Y luego lo revisan, cambian lo que sea preciso y terminan su curro en mucho menos tiempo del que hubieran necesitado para hacerlo desde cero.

Ok, esa es la teoría. Y ellos están esperando que, a medida que la IA mejore, se equivoque cada vez menos y tanto el código como los correos o las presentaciones salgan cada vez mejor y más rápido y ellos puedan dedicarse a otras cosas. Así todos seremos más productivos.

Jo-der.

Estamos externalizando el pensar.

No hace falta que atendamos en las reuniones, porque la IA ya atiende por nosotros. No hace falta que pensemos en cómo se responde a un colega, porque la IA ya nos escribe la respuesta. No hace falta que pensemos cómo armar un programa porque la IA nos crea el esqueleto del mismo y nosotros ya solo tenemos que darle unos retoquitos, hasta que llegue el día en el que lo haga todo solo y nosotros solo nos tomemos cafés.

¿Estamos pensando realmente lo que esto va a suponer para nosotros, los humanos, en cuanto hayan pasado unos cuantos años? ¿Lo que va a hacer con nuestras mentes?

Los LLM (Large Language Model) como ChatGPT son fotocopias del saber humano. Han cogido todo lo que los humanos han escrito y subido a Internet en las últimas décadas y escupen, en base a gigantescas bases de datos, respuestas estadísticamente plausibles. Cuando le preguntas algo, lo que buscan es lo que es más probable que se haya contestado ya antes cuando se ha hecho esa misma pregunta. Que no digo que no sea una hazaña tecnológica increíble, pero no es pensar. Es el autocompletar de tu teléfono móvil, pero tirando de una tremenda cantidad de datos y de una brutal capacidad de procesamiento que exige una enorme cantidad de energí. Y todo para que tú puedas contestar a un compañero un correo de tres líneas, ya que te da pereza escribirlo.

Los LLM no crean nada nuevo. Reciclan lo que ya se ha escrito antes. Lo que los humanos hemos escrito antes. Entonces, si tienen ahora mismo todo el conocimiento humano en su memorias y todas sus respuestas se basan en el conocimiento completo de los seres humanos hasta el año 2025, ¿es que ya hemos llegado al cúlmen del conocimiento humano? ¿Se acabo el pensar más, ya no es necesario? ¿Todos las respuestas están ya pensadas y no hace falta ir más allá?

Creemos que la IA va a seguir mejorando, algo que está por demostrar, pero es que si fuera así, ¿eso es realmente bueno para nosotros? ¿Es mejor que yo le pase un «prompt» a ChatGPT y le diga «escríbeme una entrada al estilo de La Frikoteca en la que se diga que la IA es una mierda para el desarrollo del pensamiento humano y que encima nos está quitando el placer de aprender a escribir, dibujar y componer música. Añade alguna referencia a cómo esto influye en el desarrollo y disfrute de los juegos de rol»? Es decir, incluso en el caso de que usando ese «prompt» el ChatGPT me devolviera el contenido exacto de esta entrada, ¿qué supone eso para mí? ¿Que ahora en lugar de escribir una entrada cada semana o cada semana y media en el blog tengo la capacidad de ser más productivo y escribir una cada día? ¿Y eso en qué me beneficia a mí, que ni siquiera tengo monetizado el blog? Yo escribo por el placer de plasmar mis pensamientos. Escribo para ordenar mi mente y reflexionar sobre un tema. Me gusta leer los comentarios de otros humanos. Me gusta releer lo que escribí hace años para ver cómo he cambiado. NO QUIERO EXTERNALIZAR EN UNA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EL PLACER DE ESCRIBIR. Quiero hacerlo YO. De principio a fin. Quiero poder expresar mis pensamientos con claridad, quiero escribir cada vez mejor, quiero practicar, quiero aprender una nueva habilidad, quiero ser ser mejor persona. No quiero PRODUCIR contenido.

La Inteligencia Artificial me parece una puñetera trampa. A muchísimos niveles.

  • Necesita energía por un tubo. Una búsqueda alimentada con IA necesita muchísima más energía que una búsqueda tradicional, así que están proliferando los centros de datos, cada vez más masivos, cada vez más necesitados de energía y de agua para refrigerarlos. Cada vez que le pides a la IA que te pinte a Mickey Mouse vestido de Marine Espacial, el nivel de agua del pantano más cercano baja un centímetro.
  • La IA es la actual burbuja, que sigue a la de las criptomonedas, a la de los NFT, a la del metaverso y a todo el resto de tecnologías que venían a cambiarlo todo y lo único que han conseguido es toneladas de dinero procedentes del capital riesgo que lo que busca es su 10% o 15% de retorno de la inversión. A saber qué coño vendrá después, dentro de dos o tres años, cuando la IA no devuelva todo lo que se ha invertido en ella.
  • Los humanos somos mucho mejores creando algo desde cero, sabiendo lo que estamos haciendo que supervisando algo o repasándolo, porque nos aburrimos repasando algo que no hemos creado nosotros. O simplemente confiamos en que esté bien.
  • ¿Cómo coño va a aprender un ilustrador a ilustrar si no puede vender sus trabajos de novato? ¿Y un músico, cómo se va a ganar la vida si una IA puede crear ya una canción de un determinado estilo en medio minuto? ¿Se acabaron los traductores, los correctores, los pintores, los artistas? ¿Cómo llegas a ser bueno en algo si una máquina lo puede hacer todo mejor que tú o al menos lo suficientemente bien como para que a ti no te contrate nadie cuando estás empezando?
  • Cuando nos acostumbremos a que una máquina nos haga todo el trabajo creativo y científico, estaremos en manos de los dueños de esas máquinas.

Ya sé lo que me voy a encontrar en al menos un porcentaje de los comentarios a esta entrada (no sé si mayor o menor). Que la IA ha venido para quedarse y tendremos que adaptarnos. Que algunos trabajos se irán a la mierda y que surgirán otros nuevos. Que nos ahorrará mucho trabajo y que será un modo de que seamos más eficientes y productivos. Que soy un ludita. Que ya llevamos tiempo dibujando con Photoshop y que aún así sigue habiendo ilustradores.

A lo que yo os respondo, ¿recordáis cuando podíais leeros un libro entero, de principio a fin? ¿Habéis leído muchos últimamente? ¿O habéis descubierto que leéis en diagonal y que no tenéis paciencia para dedicar el tiempo necesario para comprender lo que estáis leyendo y reflexionar sobre ello? Los teléfonos móviles son la caña, pero no son inocuos.

Cuando la IA nos quite el empleo a todos los oficinistas, abogados, programadores, ilustradores, traductores, músicos, diseñadores, secretarios y mil y un oficios y profesiones, cuando estemos todos obsoletos, mucha suerte para ganaros la vida entregando paquetes en vuestra furgoneta de Amazon o llevando a gente de un lado para otro en Uber (hasta que alguien invente el conductor robot). A lo mejor, llegado ese momento, cuando los únicos correos que se intercambien por las redes sean IA respondiéndose las unas a las otras, a alguien se le ocurrirá que hay que darnos a todos un sueldo para que no nos muramos de hambre (o no nos pongamos a quemar ministerios) y no queda más remedio que implantar una paga universal porque ya no hay nada más que hacer. Aunque, visto lo visto, yo diría que no va a ser así. La productividad y el trabajo son dogmas sagrados de nuestra sociedad. Lo que importa es crecer al 10% anual, aunque el mundo arda y la gente vague cabreada, desesperanzada y hastiada de ver series, seguir sus redes sociales y comprar la última chorrada que se haya puesto de moda.

Yo lo siento, pero me niego a usar la Inteligencia Artificial. No quiero que me escriba correos, informes, entradas de mi blog o suplementos de un juego de rol. No quiero que Midjourney me haga la portada de un libro o la ilustración de los personajes para mi próxima partida. No quiero que me diseñen una banda sonora.

¿Para qué coño quiero poder escribir 365 entradas de un blog al año, si no tendría tiempo ni para leerlas?

¿De qué me sirve a mí ser más productivo en el curro? Si voy a seguir currando 40 horas a la semana en la oficina, ¿qué más me da escribir quince informes que escribir quinientos?

No quiero ser más productivo. Me cago en la productividad, y en la velocidad inhumana de la mierda de sociedad que nos están imponiendo.

Para mantener mínimamente el tema de este entrada dentro de los parámetros del frikismo, os diré que sigo escribiendo mi suplemento sobre hobbits, y que encima lo estoy escribiendo a mano, porque se me estaba olvidando escribir a mano y tengo una letra de mierda. No quiero que nadie escriba por mí ese suplemento, ni que me lo escriba una máquina ni que me lo ilustre una máquina. Hombre, una máquina tendrá que imprimirlo en una imprenta, y habrá que llevarlo en camión de allí a la distribuidora y de allí a la tienda, pero os juro que a estas alturas de la vida casi prefiero que lo lleven en burro de un sitio a otro. Aunque tarde más tiempo. Porque al final en esta puñetera vida lo único que tenemos es tiempo. Muy corto, y muy limitado. Y unas cuantas personas con las que merece la pena pasarlo.

Os dejo vuestros juguetes. No los quiero. No me gustan. Me aguantaré porque no me quedan más huevos que aguantarme, hasta que llegue mi jubilación o hasta que la crisis climática se nos lleve a todos a tomar por culo. Que, en cierto sentido, es lo que nos merecemos, por gilipollas. Lo voy a sentir por mis seres queridos porque a ver, los quiero. Pero cada vez que pienso que es una lástima que nos vayamos a extinguir suelo coger el coche, me pongo a circular por las calles de Madrid y, a la quinta pirula que me hace un conciudadano cabrón, me reafirmo en que es mejor que nos muramos todos y le dejemos el planeta a las bacterias.

...

Ale, se acabó la entrada. Feliz Navidad xD.

20 noviembre 2022

Os dejo las redes sociales

Hace unos días Elon Musk compró Twitter por más o menos lo que ganaría yo si currara durante un millón de años. De forma casi inmediata despidió a media plantilla, lió la de Dios es Cristo con el tema de las cuentas verificadas y, según lo último que he leído de sus andanzas, avisó a los restantes trabajadores de que se prepararan para currar horas infinitas a máximo rendimiento o que se fueran con tres meses de indemnización... opción esta última por la que optaron cientos de empleados de Twitter xD. Puestos clave para la plataforma desaparecidos en vísperas del Mundial de fútbol, un acontecimiento que suele venir acompañado de picos de demanda en Twitter. Muy hábil, Elon.

Todo esto me llevó hace unos días a plantearme, como muchos otros usuarios de Twitter, abandonar la red social y marcharme a otra. Lo cierto es que llevo relativamente poco tiempo en Twitter. Entré básicamente para llevar la cuenta de la editorial 77Mundos y cuando dejé de colaborar con ellos en junio, reactivé una vieja cuenta personal que tenía desde hace años (desde el 2014, para ser exactos). En estos meses he utilizado la red sobre todo para estar al tanto de lo que se cuece en el mundo del rol (como hacía cuando tenía Google Plus) y también para seguir a algunos periodistas, políticos o científicos interesantes. Pero vamos, estos últimos eran los menos; yo estaba en Twitter básicamente por el frikismo ;).

Estos días se ha hablado mucho de Mastodon como alternativa a Twitter. Estuve investigando unos cuantos días para ver si era interesante y la verdad es que lo que leí me gustó. Mastodon es una red social de código abierto que puede estar instalada en distintos servidores. De hecho, no hay un único Mastodon, sino que cualquiera puede crear su instancia/servidor y tú te puedes crear tu cuenta en la que creas que es más interesante. Podrás ver las conversaciones generales de esa instancia un poco como en cualquier red social, pero también puedes seguir a personas con cuentas en otros servidores, porque todas las instancias de Mastodon se pueden ver entre sí (siempre que el administrador de tu servidor no tenga bloqueados a otros servidores).

Visto de este modo, Mastodon es un poco como un foro, pero con la ventaja de que puedes seguir a gente de otros foros. Es decir, te puedes dar de alta en una instancia dedicada a los juegos de rol (por ejemplo, Mastorol.es) de modo que estarás hablando con gente a la que le gusta el rol, como a nosotros, pero después puedes seguir a periodistas, políticos o científicos que estén en otras instancias más generalistas.

Muchos de estos servidores los administran personas particulares que se encargan de pagar el alojamiento y los gastos del mismo, y también de actuar como moderadores. Es precisamente por eso por lo que comentaba que me recordaban a los foros, que funcionan de modo muy similar (por ejemplo, el foro de rol Comunidad Umbría o el de Nación Rolera). Llevo muchos años participando en foros y conozco como muchos pueden terminar siendo la pequeña dictadura de los administradores y también que muchos aguantan mientras el administrador aguante. Pero me parecen mucho más honestos en el sentido de que están siendo administrados por personas para las que el tema del foro/servidor es importante.

Así que Mastodon en realidad es algo que me recuerda mucho a lo que era en principio internet, con sus páginas web, salas de chat y foros administrados por gente apasionada de un tema. Con la ventaja de que aquí puedes seguir a gente de otros lugares, porque todas las instancias federadas de Mastodon se pueden comunicar entre sí. Echando un vistazo a algunas de estas instancias me di cuenta de que el tráfico era mucho menor que en Twitter, que no hay toots (el nombre de las entradas que escribe la gente) que tengan miles de interacciones... y que la gente que lleva tiempo en Mastodon lo prefiere así.

Confieso que estuve a punto de abrirme una cuenta en Mastodon, sobre todo cuando me enteré de que había un servidor en español sobre rol; no me importa escribir o leer en inglés, pero hay ciertas personas que sigo en Twiter ahora mismo que creo que terminarían cayendo en ese servidor. Que tenga menos tráfico y que no haya un algoritmo para mostrarte lo que el algoritmo se piensa que quieres leer me parecía ventajas y no inconvenientes.

Pero al final no me abrí la cuenta.

Y no lo hice porque en los cinco meses que estuve en Twitter con mi cuenta personal y los años que estuve llevando la cuenta de la editorial, Twitter se llevó demasiado tiempo de mi vida. No llegué nunca a instalarme la app de Twitter en el teléfono móvil (igual que no tengo la de Facebook o la de Instagram), pero aun así accedía vía navegador a echar un vistazo a mi cuenta todos los días. Tengo instalada una app en el móvil que me dice el tiempo que he pasado en el móvil cada día, que me cuenta que, cada día estoy unas tres horas y media enganchado al aparatito. Desde que dejé de entrar en Twitter hace una semana, la media de acceso diario ha bajado a las dos horas y media, más o menos. No hay que ser un genio matemático para deducir que cada día me tiraba como una hora dándole para abajo a la línea de tiempo de Twitter, entretenido mirando a la gente charlar de sus cosas y contando mis mierdas de cuando en cuando.

Y es que hay que admitir que engancha. Engancha soltar una reflexión (o una parida) y que al instante tres o cuatro personas digan que les gusta lo que has escrito, y luego suba a un par de decenas de personas a lo largo del día si la cosa ha gustado mucho. También te llegan cosas interesantes que no tienen que ver con tus aficiones sino con las de otros. Pero al final, de este modo, cada dos por tres estás sacando el móvil del bolsillo y dándote una vuelta por tu Twitter, tu Telegram, tu Whatsapp, tu cuenta de correo, la página del periódico...

... ¿no os ha pasado alguna vez que notáis que el móvil os llama, como el Anillo Único llamaba a Bilbo o a Frodo desde el bolsillo de su chaleco de hobbit? Y del mismo modo que los señores Bolsón, muchas veces simplemente miramos nuestro tesoro, lo acariciamos y perdemos la noción del tiempo viendo cómo brilla.

Estos días estoy viendo a mucha gente en la tele a la que les preguntan si pasan tiempo en Twitter y qué sentirían si cerraran la red social. Muchos de ellos te dicen que si lo hicieran se sentirían fatal porque dejarían de estar conectados con su gente.

Pero en fin, no sé vosotros, pero yo el viernes me fui con mi familia a las navidades mágicas de Torrejón (y estuvo muy bien, a pesar de que yo para eso de la Navidad soy más bien el Grinch), ayer estuve en la casa nueva de un colega que conozco desde el colegio y hoy me voy a comer con unos amigos que conocí cuando vivía en Santa Eugenia. Vale que no todos los fines de semana son tan animados, pero yo no necesito las redes sociales para tener vida social. Es más, las redes sociales me quitan tiempo para hacer muchas otras cosas.

El filósofo Franco Berardi dijo en una ocasión que «existe un malentendido a propósito de la riqueza. Pensamos que la riqueza es una acumulación de bienes cuando en realidad es el disfrute de los bienes. Lacan habla de la continua estimulación del deseo que no encuentra placer. Ese es el corazón de la infelicidad contemporánea». Desde que dejé de colaborar en la editorial y me quité de encima muchas responsabilidades, estoy redescubriendo un mundo de actividades que hacía mucho que no realizaba. Me he leído aproximadamente dos docenas de libros en estos últimos meses. Cada hora pasada leyendo me ha resultado más reconfortante que una hora pasada en las redes sociales, consumiendo lo que el algoritmo quería que consumiera en lugar de lo que yo quería.

Estoy convencido de que habrá gente que disfrute con las redes sociales, a la que no le importe invertir horas y horas navegando y interactuando a través de ellas. Yo ya no lo hago. No me interesa. Me es suficiente leer el periódico al que estoy suscrito para enterarme de lo que sucede en el mundo, tengo un par de webs donde se habla de política y ciencia que me interesan y tengo amistades en el mundillo con las que hablar del mismo. Y trescientos o cuatrocientos libros en la buhardilla pendientes de leer.

Os dejo las redes sociales.

Saludetes,
Carlos

22 diciembre 2019

Youtube vs. Blogs (was: Blogs vs Webpages)

Hace un par de días, leí una entrada en el blog de El Guardián de los Arcanos (Youtube Killed The Blogger Star o de cómo muere la BlogEsfera) que hablaba sobre que Youtube y las redes sociales habían terminado matando a los blogs. El Guardián comenta que "[...] los canales de Youtube pueden aportarte experiencias más rápidas, asequibles y visualmente atrayentes de lo que se podría con los blogs" y también que "no abandonaré el blog, aunque su producción caiga a lo largo del tiempo. Hace tiempo que abrí mi propio canal de Youtube con el que cada vez me siento más cómodo y recibo más feedback por parte de los suscriptores. Siento que dicho medio es la evolución lógica para el tipo de contenido que genero"

Es posible que estéis esperando que ahora haga una defensa cerrada de los blogs, de su vigencia en los tiempos que corren y de lo mucho en que este medio de comunicación es mejor que Youtube o las repugnantes redes sociales.

Pero no; resulta que estoy de acuerdo con él. Los blogs van a ir muriendo poco a poco y serán sustituidos por los canales de Youtube, las redes sociales... o por lo que quiera que use el común de los mortales dentro de 10 años (puede que la mímica y el trueque para intercambiar ratas por latas de comida con las tribus rivales).

Os voy a contar una historia de hace muuuchos años. Ya os he contado algo de todo esto antes, pero bueno, seguro que me dejé algún que otro matiz. Remontémonos a finales de 1995 (hace una generación): era mi segundo año en la Universidad y tenía por primera vez en la vida acceso a internet. No en casa de mis padres, donde mis hermanos la consiguieron poner después de que yo me independizara, sino en la Universidad, merced a una cuenta que te daban para estudiar, pero que yo usaba principalmente para chatear, ligar y... descargar información sobre RuneQuest.

Por aquellos tiempos, la mayor parte de la información sobre frikismo la conseguíamos a través de los newsgroups de Usenet, como rec.rpg o alt.rpg, por ejemplo. Estos grupos llevaban funcionando desde el 87 (aunque había existido una versión anterior), aunque probablemente fue ya en los años 90 cuando se hicieron mucho más populares. Eran entonces el principal modo de comunicarse entre los frikis, obviamente, todos informáticos o, como mínimo, universitarios.

Estos grupos eran muy similares a las posteriores listas de distribución de Yahoo! Groups o los foros. Allí es donde se acuñaron términos como "spam" o "FAQ". Cada día se actualizaban con los mensajes nuevos y tú ibas siguiendo las conversaciones que se planteaban, o participando en ellas. Allí había todo mundo nuevo de frikismo que me enviaba novedades cada día, con una inmediatez y una regularidad que no podían ofrecerme otros medios de comunicación como las revistas Líder o Dragón ¿os suena el concepto? ;).

Claro, lo malo es que ahí se hablaba de todo un poco, y podía pasar tiempo antes de que el tema de conversación fuera uno de tu agrado. Pero fue a partir de estos grupos que fui leyendo referencias a las primeras páginas web roleras. Os recuerdo que la primera página web se publicó en 1993. Y las primeras páginas web que me fascinaron fueron las de los aficionados a RuneQuest: las páginas de Loren Miller, Jane Williams, David Dunham, Simon Phipps... algunos eran autores de artículos o suplementos del juego, o lo fueron posteriormente. David Dunham, por ejemplo, es el creador del videojuego King of Dragon Pass, pero cuando yo empecé a leer su blog para mí era simplemente un tipo que escribía sobre Glorantha.

Yo recuerdo perfectamente tener un listado de las URL de las páginas web que me gustaban. Recuerdo que la de Loren Miller era de una Universidad y tenía como los caracteres "upen.edu/~loren" en su dirección; había muchos más caracteres, pero hubo un momento en el que me los sabía de memoria. Periódicamente, me daba una vueltecita por mis URL preferidas, y veía lo que habían subido de nuevo. Los más amables tenían una página "What's new?" en sus webs y podía ir viendo las páginas nuevas que habían subido. Otros directamente no decían nada y tenías que darte una vueltecita por sus webs para ver si habían puesto algo nuevo o si habían cambiado algo en sus webs. Y yo me bajaba las páginas con el navegador lynx que había en la Universidad, y luego en casa le quitaba el código HTML y me leía el contenido. Luego aprendí a bajarlo sin el HTML, pero bueno, así aprendí un poco de ese lenguaje de marcado ;).

Y yo me bajaba de ahí reseñas de los libros de RuneQuest (me gustaban muchos las de Phipps), teorías locas sobre Glorantha (Jane Williams era una experta en el Condado del Sol de Prax) o nuevos cultos que usar en mis partidas, como el de Urain, el Viento del Caos (que no tengo ni idea de dónde salió). Ah, cómo me gustaba la página de Ian Thomson sobre Pavis...

Los años pasaron y estas páginas fueron desapareciendo una detrás de otra. Creo que, a día de hoy, solo sigue funcionando las de Simon Phipps, David Dunham y Steve Marsh, pero ninguna se actualiza a día de hoy. Si usas el Internet Archive Wayback Machine puede que podáis encontrar algunas de estas páginas, aunque el proceso es laborioso y es mejor que tengas una URL con la que empezar a buscar. El día que la Wayback Machine cierre, todo ese contenido desaparecerá para siempre.

Todos estos blogs fueron muy populares. Crearon comunidad. Las personas que escribían en su página ponían enlaces a las páginas de sus compañeros de afición. Y, en cosa de 10 años, fueron desapareciendo... sustituidas por los blogs. Aquella persona que en el 95 tenía una página web, en el 05 había migrado a los blogs. Básicamente, porque los blogs eran más sencillos de usar (no exigían conocer HTML), eran gratuitos (o se hicieron gratuitos rápidamente) y tenían integrados sistemas para recibir comentarios de los visitantes.

La gente abandonó las páginas webs personales y se mudaron a los blogs. No todos, claro, pero sí la mayoría. Y como el acceso a internet cada vez era más barato y ubicuo, ya no eran solo los universitarios los que escribían blogs, sino todo el mundo.

A medida que ha ido pasando el tiempo, no es que el acceso a internet se haya echo ubicuo, sino que ya ni siquiera accedemos vía ordenador, lo hacemos con el móvil. Lo hacemos nosotros, nuestros padres y nuestros abuelos. Nuestros hijos juegan con la tablet y les regalan móviles en su Primera Comunión (los cristianos, al menos). Y ahora cualquiera con un móvil puede tener un canal de Youtube, así que no hace falta ni siquiera saber leer ;). O, dicho de un poco algo menos malvado... ahora tienen acceso a un medio de comunicación en el que no se pierden los tonos que sí se pierden en el lenguaje escrito.

Por lo tanto, ¿vamos a abandonar los blogs en favor de Youtube? Pues yo no, la verdad. Pero obviamente, mucha gente lo hará. Porque es más sencillo, porque hay más gente dejando comentarios o porque es fácilmente monetizable. Porque está de moda.

Y no tendrá ninguna importancia, porque esto ya ha pasado y volverá a pasar. Las generaciones se suceden unas a otras y convierten la última moda en algo caduco y obsoleto. Los hijos son la promesa que nos da la vida de que las cosas que más nos gustan ahora no tendrán ninguna importancia en el futuro.

Así que lo único que realmente importa es ser fiel a uno mismo. Hacer las cosas que realmente queremos hacer. Disfrutar de nuestras aficiones, de nuestra vida, y admitir que el tiempo se lo lleva todo por delante y que hay muy poco que podamos hacer al respecto.

Pero no nos amohinemos, compas. La muchachada se va a Youtube, to Cristo está en las redes sociales y solo quedamos en los blogs los Don Quijotes de la vida. Y ante esto yo os digo... ¡que nos quiten lo bailao! xD

Saludetes,
Carlos

25 julio 2019

Personas polémicas en Internet

Después de tres semanitas de viaje por el Norte (maravillosa Cantabria), estoy de vuelta en la capital del reino (sofocante Madrid). Ahora tengo a los niños en el pueblo y estamos en casa mi mujer y yo, así que el estrés post-vacacional se hace más llevadero xD. No es que no exista, pero todo va a otro ritmo, más pausado. En el curro se curra y en el día a día se hacen cosas, pero el calor aplatana, la gente se va yendo de vacaciones y, en general, todo es más perezoso.

Ya he comentado que he abandonado las redes sociales, por su evidente malignidad y ponzoña. Pero en realidad, no he cortado del todo mis lazos con ellas, por dos razones principales: por un lado, anuncio de cuando en cuando cosas relativas a la editorial 77Mundos en los grupos de Facebook, Twitter y Rol+, pero confieso que no interactuo demasiado con nadie más allá de emitir información y responder preguntas; por otro lado, pertenezco al grupo de Telegram de la SGRI (la Sociedad Gastronómica de Roleros Irredentos, conciliábulo de roleros pata negra que, en secreto, domina el mundo friki). En este grupo de Telegram se me informa de modo destilado de los dimes y diretes que acontecen en las redes sociales. Lo más granado de las mismas, su esencia. En definitiva, las movidas.

Recientemente, un personaje polémico en el mundillo rolero ha dicho algo ofensivo contra un colectivo con mejor reputación que él. Después, dicho colectivo se ha quejado y se ha desatado la justa ira de los internautas sobre el personaje.

Os podría dar más datos, pero los que estéis en el mundillo, sabréis de quiénes hablo. Y los que estéis en las redes, sabréis de lo que hablo. Y, en cualquier caso, todo esto ya ha pasado, y volverá a pasar.

La cuestión importante de todo este asunto es que hay gente que no ha entendido varias cosas de cómo funciona el mundo de Internet, y también es muy posible que haya gente que no esté realmente preparada para vivir en ese mundo, por su propia personalidad. Quizá nos falte a todos tiempo para asimilar lo que nos ha pasado con esto de Internet y las RRSS.

Entrar es fácil

Lo primero a tener en cuenta es que entrar en este mundillo, el de las redes sociales, es sencillo. Es gratis. Cualquiera puede abrirse una cuenta en Facebook, Google o Tinder y comenzar a participar. Inicialmente no recibirá muchas interacciones (bueno, en Tinder puede que sí), pero si le dedica tiempo a interactuar con personas y bots, el número de sus relaciones aumentará. Es fácil que le dedique tiempo a ello porque todas las redes sociales están basadas a día de hoy en proporcionarte pequeños subidones de dopamina en dosis pequeñas pero constantes a lo largo de todo el día. Cada pequeño "Me gusta" que recibe una de tus publicaciones es un chute pequeñito de satisfacción. Es más adictivo que el azúcar. Antes las dosis se espaciaban más, si solo tenías ordenador en casa y lo consultabas por la tarde/noche, o puede que las tuvieras a lo largo de toda la mañana también, si trabajabas frente a un ordenador, con conexión a internet y un administrador de redes de los permisivos. Ahora, sin embargo, todos llevamos el móvil encima así que nuestros subidones se reciben a todas horas, desde que te levantas y miras el móvil hasta que te acuestas con él encendido sobre tu pecho.

¿Por qué las redes sociales te hacen adicto a su uso? Para conseguir tus datos: aficiones, gustos, filiaciones políticas, etc. Después, todo eso se agrega gracias a la magia del Big Data y la información se vende al mejor postor. Que pueden ser anunciantes del frikismo que te guste, o partidos políticos que quieren tu indignado voto para su candidato. Cuando en Internet algo es gratis, es porque tú eres el producto.

Pero bueno, dejando eso aparte, centrémonos en ti: ya estás enganchado a tu red o redes sociales, tienes entre 100 y 10.000 amigos y, de repente, la gente te responde. No solo eso, ¡te dice que lo que dices está guay! Puede ser que estés retuiteando algo, o ¡cielos! que una de tus publicaciones se haga viral y salga en la sección Tremending Topic de Público. Grande. De todas formas, no es necesario que seas famoso de verdad, como la gente que sale en la tele o, mejor, en Youtube. Basta con que seas conocido en el pequeño mundo que te sulibeye en Internet: el mundillo de los juegos de rol, del coleccionismo de sello o el de los fans de Chiquito de la Calzada. Lo importante es que dicho mundillo tenga un mínimo de miembros que generen una masa crítica de información y contenido para que no muera fácilmente, y ya está, ¡puede que sea una mierda de reino, pero puede ser tu reino! ¡O al menos, puedes conseguir un ducado o un marquesado!

Permanecer es cuestión de... ¡reputación!

Como ya hemos dicho antes, entrar en esto es gratis, no cuesta nada (más que tus datos) así que, en teoría, todos somos iguales y encima somos un montón. Es democracia pura, un universo libre donde tu sexo, tu religión, tu edad y todo lo que te define no importan, ¡libertad! ¡meritocracia! Excepto que no, resulta que las cosas sí importan. En las redes sociales se te medirá numéricamente por tus seguidores y, de forma aparentemente menos tangible, por tu reputación. Sé que muchos habréis visto los episodios de Black Mirror dedicados a esto de la reputación online y tal, pero ya en 2003 Cory Doctorow escribió Down_and_Out_in_the_Magic_Kingdom, una novela transhumanista en la que los humanos han logrado la inmortalidad (cargando sus memorias en cuerpos clónicos) y han acabado con la escasez (viviendo por tanto en una economía post-escasez). Si puedes vivir para siempre y puedes tener todo lo que quieras, ¿cómo se determina tu rol en la sociedad? Porque os recuerdo que somos descendientes de primates sociales que establecen jerarquías entre los miembros de su tribu de modo natural e instintivo. Bien, pues Doctorow estipula que la jerarquía se basa en la reputación. Que se puede ganar por realizar cosas extraordinarias o simplemente por realizar los trabajos aburridos (pero necesarios) que nadie quiere hacer.

Mientras llegan la inmortalidad y la post-escasez (¡que igual no son inevitables, ojo!), al menos sí podemos explorar lo que es una vida basada en la reputación.

En las redes sociales puedes ganar reputación por interactuar con la gente de forma interesante, obteniendo seguidores; conviene que no entres como elefante en cacharrería y aprendas primero los usos y costumbres del lugar. También puedes ganar reputación simplemente estando. "En España, el que resiste, gana", decía Camilo José Cela, y eso vale también para las redes: consigue ser uno de los Viejos de un mundillo y la reputación te caerá sola. Y, lo más importante, puedes aportar: traducciones gratuitas de cosas que te molen, poner subtítulos a una serie, escribir fan fiction, escribir un blog, crear un tutorial, hacerte fotos chulas en lagos contaminados y venenosos (pero azul turquesa), etcétera.

Y así, con suerte, tiempo y esfuerzo, tu reputación subirá y la gente te dirá que eres maravilloso y estarás en lo alto de la cadena alimenticia de tu mundillo y... bueno, en realidad eso no sirve para mucho, a menos que puedas monetizarlo y vivir de ello. Aunque aviso que el simple hecho de pensar en monetizar tu reputación hará que esta descienda, sobre todo si se te ve mucho el plumero. A los humanos nos gusta lo auténtico, o eso decimos (también nos gusta tirarnos el pisto). Pero bueno, no hace falta monetizar algo, puedes simplemente disfrutar del poder: el subidón de estar arriba, todo lo arriba que puedas. ¿No es suficiente? Bueno, leed 1984 y después me decís.

El Lado Oscuro es más rápido

En este mundo basado en la reputación y la dopamina, hay quien buscará un camino más rápido, más seductor, para llegar a todo lo alto. Decir cosas interesantes mola, pero decir cosas polémicas mola también, ¿eh? Nos gusta la mala baba y el comentario mordaz e ingenioso. Somos así, no nos hagamos sangre. El problema ahí es que ganarás reputación y seguidores, pero ganarás también enemigos. Y tener enemigos molará, porque les podrás dar cera en las redes, y montar buenos flames, y eso es genial porque lo importante es que hablen de ti, aunque sea bien.

Yo llevo chateando desde 1995 y participando en foros y listas de correo desde un par de años antes. Las redes sociales son eso, con mucha más gente. He conocido trolls desde mucho antes de que muchos de vosotros nacierais (o igual no, que puede que los lectores de este blog sean gente viejuna como yo). Pero vamos, centrémonos en que sabe más el diablo por viejo que por diablo. Os contaré algo sobre la gente que gana reputación a base de polémicas: en un altísimo grado, terminan abandonando el mundillo. Los que no montan bulla también se marchan, ojo, pero los más polémicos se van metiendo en movidas más y más gordas y, al final, se marchan con mucha más frecuencia. A veces con un booom y a veces con un prrrttt... pero se marchan.

Maldito karma

No sé del todo por qué, pero tengo mis teorías. La principal es que creo que se estresan. Sobre todo aquellos que basan su participación en el mundillo en la polémica y no en la creación de algo. Las batallas molan, pero estar batallando año tras año no sé yo si es sano. El cuerpo a cuerpo cansa. Estar en la primera línea de fuego agota. Y lo malo es que todo se va acumulando, se va acumulando y encima es muy complicado volver atrás. Si te has ganado tu reputación a base de polémicas, no es fácil que te quites la piel de lobo y te pongas la de cordero. Ni aunque tú en realidad seas una persona encantadora en el "mundo real". Porque no te creerán. Porque resulta que tú, en Internet, no eres tú, eres tu personaje. Si creas una personalidad alternativa en Internet, una personalidad polémica, atractiva, audaz, sin pelos en la lengua, que dice las verdades a la cara... la gente te conocerá así. Terminarás convertido en ese personaje. ¿No me crees? Lee la saga de Dune y observa lo que les pasa a los Danzarines Rostro de los Tleilaxu.

Así que, atrapado en tu personaje, las malas experiencias, el mal rollo, los flames y la negatividad, terminarás explotando después de una movida especialmente chunga o de repente un día descubrirás que odias a tu personaje (¿a ti mismo?) y lo abandonarás. Igual no dices ni adiós, simplemente un día te piras. Y si se te ocurre volver un par de meses después resulta que no conoces a nadie. No te preocupes, ya te habrán sustituido; si algo sobra en este mundo son humanos.

No es realmente inevitable que hagas todo esto de modo consciente, para obtener dinero o poder. Puede que lo hagas simplemente porque mola. Porque te sientes cómodo en el cuerpo a cuerpo, porque te gusta. Pero ya he visto a muchos polemistas profesionales quemados.

Personalidades incompatibles con las redes

También es verdad que las redes no parecen el lugar más adecuado del mundo para según qué tipo de personalidades. Las personas impulsivas, las personas con tendencias depresivas, las personas con tendencia a la adicción... a ver, no es que no deban utilizar las redes sociales. Pero deben usarlas con cuidado. En mi opinión, las redes sociales funcionan mucho mejor para seguir manteniendo el contacto con personas que ya conoces en el mundo real (con lo que se convierten en una herramienta de comunicación eficaz, porque conoces a esa persona) y para intercambiar conocimientos e información sobre aficiones o profesiones. Pero los vínculos afectivos que se generan a través de las redes sociales son un poco artificiales. E incompletos, debido a que en la comunicación a través de las mismas se pierden matices de la comunicación cara a cara. En las redes sociales tienes conocidos, seguidores, gente a la que sigues... pero no sé yo si tienes muchos amigos. No es tan fácil ni siquiera tenerlos en el mundo real.

Crear es más bonito que destruir.

Mi padre me dijo hace muchos años, cuando le acompañaba a hacer reformas de interior (vulgo, "a hacer chapuzas"), que si prefería tirar todos los azulejos de una casa o poner los nuevos. Yo le dije que tirarlos, básicamente porque era más fácil dar golpes con una piqueta. Pero el me contestó que destruir era sencillo: cualquiera podía hacerlo. Sin embargo, construir algo era difícil, pero era satisfactorio, y no todo el mundo podía hacerlo.

Crear no es fácil. Pero deja algo en el mundo. Por eso lo que da más reputación en las RRSS es aportar algo original, aportar contenido. Comentar, criticar, debatir... sí, eso también es útil, pero no es lo mismo. Comentar negativamente, criticar de forma despiadada, trolear por trolear... para mí entran dentro de la categoría de "actividades destructivas". Son más fáciles, aunque haya quien las eleva al estatus de arte. Pero creo que no son tan satisfactorias. Creo que al final te dejan vacío. Creo que se acumulan en tu interior y te comen por dentro.

Por eso, cuando me encuentro con una persona polémica, suelo pensar que, con el tiempo, simplemente se van a cansar. Así que no les doy demasiada importancia. Igual mi postura es demasiado pasiva y debería ser más beligerante... pero yo diría que una persona así, en la cúspide de su poderío troll, en realidad se crece en la lucha.

En fin, haced la prueba. Observad a estas personas. Fijaos en su trayectoria. Y esperad un par de años. La paciencia es una virtud. Igual os sorprendéis de ver una evolución parecida a la que os he contado, y aprendéis a no darle tanta importancia al siguiente que veáis que cojea del mismo pie.

Saludetes,
Carlos

21 agosto 2018

Alejando el blog de las redes sociales

Facebook define quiénes somos. Amazon establece lo que queremos y Google determina lo que pensamos (Karsten Gerloff, en julio de 2013).

Hace muchos años me borré de Facebook. Dije adiós y no miré atrás; no considero que me haya perdido nada. Jamás he tenido Twitter, ni Instagram ni Tuenti. La única red social en la que permanezco activo es en Google+, la eterna apuesta perdedora de Google por un lugar en las redes sociales.

Llevo en Google+ prácticamente desde que se fundó, allá por 2011 (siete años ya). Estuve de los primeros y, no tengo muy claro el porqué, pronto se llenó de frikis como yo. Es una red social que el común de los mortales no conoce, o cree que se ha cerrado hace tiempo; no es popular y tiene el sambenito colgado de que no la conoce ni Cristo y de que es un lugar para "raritos". A mí me va bien tal y como es: sigo enterándome de noticias del mundillo a través de ella, de modo que no me convierto en un ermitaño, pero no está tan sumida en la vorágine de las fakes news y los combates entre facciones como otras redes más populares.

Pero claro, que no esté tan llena de esas cosas no quiere decir que esté libre de ellas. Tenemos también nuestra buena dosis de trolls, drama, peleas, flames y odios. En ese sentido, es una red social más, quizá con algo menos de mal rollo porque dispone de herramientas como círculos y la capacidad de bloquear a gente. O simplemente es que hay menos gente y no se genera tanta masa crítica de tontolabas. En ocasiones he leído a gente que está en más redes sociales decir que Google+, en comparación con Facebook y Twitter, es un remanso de paz, un oasis de calma, un jardín zen... madre mía, pues lo que tienen que ser el resto de redes sociales.

Recientemente me he visto obligado a volver a entrar en el mundillo de Facebook y Twitter simplemente para publicitar cosas de la editorial 77Mundos. Y Twitter... bueno. Pero Facebook... joder, ¿nadie se ha dado cuenta de lo increíblemente mercantilizada que está? Eso de pagar para que tus publicaciones lleguen a la gente apropiada (varón, mediana edad, aficionado al rol) me parece... bueno, me parece bien si eres una empresa; no deja de ser publicidad. Pero, ¿en esto consistía al final una red social? Puff...

Aunque en la editorial me dijeron que si era un autor tenía que estar en Facebook y Twitter, la verdad es que no me atrae en absoluto. Al final abrí las cuentas apropiadas de la editorial y "externalicé" el servicio en otra persona. Es un trabajo de publicidad de un producto; no es necesario que el producto sea yo.

Lo que nos lleva a mi decisión de alejar el blog de las redes sociales. De Google+, en realidad. Hace años que me di cuenta de que ya casi nadie accede a los blogs vía RSS o visitando el blog periódicamente, sino que se esperan a que una entrada se publicite en una red social y responden directamente en los comentarios de dicha red social. Con lo que al final resulta que la conversación se fragmenta, se disgrega y se multiplica en lugares a los que no tengo acceso. He hecho la prueba, que conste: he escrito una entrada un día y no la he publicado en Google+, con el resultado de que no ha comentado nadie. Después, al día siguiente, la he publicado en la red social y al poco tiempo, ha comenzado a recibir +1s, comentarios en la red social, ¡hasta comentarios en el propio blog! :P.

Y lo cierto es que probablemente no es algo contra lo que se pueda luchar: la conversación se ha ido a donde ha querido irse (o donde la han llevado). Ya poca gente usa listas de correo o foros y lo que se lleva son comunidades y grupos dentro de las propias redes sociales. Ok, no pasa nada, la rueda gira, y al final lo que importa es que la gente hable.

Pero yo estoy mayor. Sigo usando taxis en lugar de ubers y sigo teniendo un blog de texto en lugar de un canal de Youtube. Qué le vamos a hacer: es lo que soy. Conócete a ti y esas cosas. El mundo puede seguir girando y no me voy a bajar, pero hay veces en las que no es necesario ser el primero en algo o el más innovador.

Hace tiempo decidí que no iba a integrar los comentarios de Google+ en el blog, porque obligaba a la gente a pertenecer a esa red social. Tuve que dejar de permitir comentarios anónimos porque se me colaba spam. Y ahora voy a dejar de publicitar este blog en las redes sociales porque, simplemente, no me hace falta.

Hubo un tiempo en el que este blog era muy popular. Me esforzaba en currarme las entradas, investigaba el tema, repasaba lo que había escrito antes sobre ello, etc. Y sí, creo que al final la calidad hizo que tuviera un reconocimiento entre la esfera rolera hispana. Pero a día de hoy es que ya lo he contado todo; de verdad, me repito como el ajo xD. Hace un par de días alguien comentó en Google+ por un tema y resulta que yo ya había hablado de él hace cinco años, en una entrada que generó un debate de más de 100 comentarios (la mitad míos, claro). ¿Qué haces cuando ya lo has contado todo?

Pues, en mi caso, seguir escribiendo. De lo que me apetezca. De lo divino y lo friki, como siempre. Pero ya no necesito gritar a los cuatro vientos que aquí estoy, que he escrito algo muy chulo y que vengáis a verlo. No me hace falta, ya he estado allí, y mola, no os digo que no; pero también mola simplemente escribir y pensar que, dentro de muchos años, yo podré repasar lo escrito y ver cómo pensaba y en cuantísimas cosas me equivocaba. Espero que muchos de vosotros me acompañéis en este viaje a través de los años.

Será nuestro pequeño secreto.

Saludetes,
Carlos

21 febrero 2018

Diez reflexiones y un poema sobre etewaf

En el año 2010, un humorista estadounidense llamado Patton Oswalt publicó un artículo en la revista Wired con el título Wake Up, Geek Culture. Time to Die. En este artículo acuñaba el concepto de etewaf, el acrónimo de Everything That Ever Was, Available Forever. Traducido al español: Todo Lo Que Ha Sido, Disponible Para Siempre. Aunque el artículo es humorístico y se centraba en la cultura nerd/geek (friki), el concepto en realidad es válido y se puede extender a toda la cultura: ya en 2010 comenzábamos a tener claro que el hecho de que todos los productos culturales estuvieran a un click de distancia de cualquiera que los quisiera suponía un cambio de paradigma cultural.

Ocho años después esto sigue siendo verdad. Más verdad que nunca, de hecho; si yo esta tarde quisiera ver cualquier película, escuchar cualquier disco, leer cualquier libro o jugar a cualquier videojuego, es bastante probable que no tuviera demasiados problemas para estar haciéndolo por la noche. Prácticamente gratis y sin mucho esfuerzo. Sobre todo si dicha obra no fuera algo publicado en los últimos meses, sino que tuviera un año de antigüedad o más. Entonces es casi seguro que no tendría problema para conseguirla.

Nuestros hábitos se adaptan a esta nueva realidad: la gente ya no espera para ver una serie durante meses, sino que la descarga entera y se la ve en una orgía seriéfila en un único fin de semana non-stop. Y en nuestro ámbito, el rol, ¿quién no se ha descargado entera una colección de PDF como si estuviéramos saqueando el tesoro de un dragón? Para acumularlos en el disco duro y no echarles más que un vistazo rápido.

La industria del entretenimiento, y la cultura en general, se adapta también como puede: Netflix estrena las series por temporadas enteras; el Bundle of Holding nos vende PDF a tutiplén a precios rebajados; Steam, GOG.com o DriveThruRPG ponen sus productos con descuento todos los días; desde Kickstarter se hace hincapié en vender versiones exclusivas de sus obras, algo que las haga distinguirse de las demás, tapa dura, solapas de cuero, contenido exclusivo solo disponible durante la campaña, etc.

Es una lucha brutal por la atención del público. Lucha que siempre ha existido, pero que se hace más salvaje que nunca porque el público cada vez le presta menos atención a las cosas. ¿Cuál es el último libro que te leíste entero? Las redes sociales, los vídeos que nos llegan por Whatsapp (enviados por nuestros yayos, en muchísimos casos), los periódicos de los que leemos poco más que los titulares y los artículos de opinión de nuestros opinadores favoritos; todo ello te satura.

Lo tenemos todo, por fin y estamos empachados. Ojo, ya llevamos años así. Lo único que pasa es que antes pensaba que nos pasaba únicamente en nuestros ámbitos frikis y no, nos pasa a todos en todos los aspectos de nuestra vida. La oferta cultural es apabullante e inabarcable.

No nos extrañe entonces que haya gente que grite "¡basta!" y haga el equivalente cultural a echarse al monte a vivir desnudo entre los osos: desengancharse de las redes sociales, de los foros y de los blogs y replegarse a su casa a jugar con los colegas, ver series con la pareja y dar paseos por el campo con los críos. Es absolutamente comprensible, porque vamos acelerados, sin frenos y sin control.

Pero lo cierto es que el etewaf está entre nosotros y se ha hecho fuerte. La sociedad ya es así y dudo mucho que estemos dispuestos a renunciar a tener todo lo que queramos en el momento en el que lo queramos. De mal a bien se va muy bien, pero de bien a mal se va muy mal. Existen personas que abogan por el regreso a un estilo de vida más lento (yo mismo he hablado de Bloguear lento, hace cosa de un año) pero lo cierto es que vamos a tener que acostumbrarnos a vivir así. Y tendremos que encontrar un equilibrio personal, un modo de protegernos de una sobrecarga sensorial que nos estresa pero de la que ya es imposible escapar. De ahí que de cuando en cuando vengan compañeros de afición y digan que abandonan las redes sociales o que dejan de comprar rol porque ya tienen mucho más de lo que podrán leer jamás.

Sin embargo, también existe la opción opuesta. No hace mucho leí a un bloguero que, directamente, lo aceptaba. Aceptaba vivir en un mundo donde aparecían constantemente productos artísticos flipantes a una velocidad de vértigo. Donde no solo seguía estando disponible la música de su juventud sino que había música de ese estilo surgiendo constantemente porque somos millones creando a millones. Él asumía que no servía de nada resistirse a ello y que lo único que quedaba hacer era rendirse, zambullirse en la vorágine y dejarse llevar. Olvidarse del yo e imbuirse de frikismo a raudales, a paletadas. Lo contrario es tratar de detener olas a puñetazos.

¿Qué podemos hacer? Es curioso que cada poco tiempo escriba un artículo a este respecto en el blog. Señal de que le doy vueltas al tema frecuentemente ;). Os he enlazado dos entradas de este blog que trataban de temas similares, pero seguro que hay más, así que creo que ha llegado el momento de crear una etiqueta "etewaf" para agruparlas :D.

El matiz que le voy a poner en esta ocasión a esta entrada recurrente es animaros a buscar una solución a esta cuestión que nos afecta a todos. Lo que pasa es que, probablemente, cada cual tendrá que buscar su propia solución. Para ello, os ofrezco unas reflexiones sobre asuntos que tratan sobre internet, la sobrecarga de información y nuestro papel en todo este asunto. A continuación, 10 reflexiones y 1 poema sobre etewaf:

Reflexión 1: Sobre Internet.

"En algún momento tomaremos conciencia de los peligros de internet igual que la tomamos con el tabaco. Estamos en el momento en el que sabemos que la forma en que estamos utilizándolo no puede ser buena, que hay algo adictivo y peligroso en ello, pero no estamos muy interesados en averiguar qué. Pienso que algunos estamos pagando ya haber sido los primeros, los más conectados. Pronto sabremos exactamente cómo nos afecta a nivel físico y psicológico el loop dopamínico constante y la conexión sencilla a muchas más mentes y emociones de las que venimos programados de fábrica para tolerar. Tomaremos medidas, pondremos límites, seremos más conscientes de cómo el medio está cambiándonos. Mientras, estamos entregados a emociones compartidas en masa que promovemos con los algoritmos, dispositivos y filosofías que hemos creado y a los que nos dedicamos con un fervor primitivo: alzamos, linchamos, reímos, lloramos, cualquier cosa que nos permita seguir automedicándonos contra el aburrimiento que, por otro lado, tanto echamos de menos."

Delia Rodríguez, periodista.

Reflexión 2: Sobre las necesidades artificiales.

"Vivimos en un mundo en el que valoramos cosas que no sabíamos que queríamos, compradas con dinero que no tenemos, para impresionar a gente que no nos importa"

Neal Lawson, director de Compass

Reflexión 3: Sobre el narcisismo.

"Ahora la inercia de la máquina ha dado en una situación donde resulta más eficaz tener a la gente embobada en lo banal y en un aparente beneficio personal. Y eso genera lo que yo llamo el individualismo de masas, que en realidad no es paradójico, es literalmente lo que mejor describe la situación que vivimos, con todo el mundo regodeándose en su propio narcisismo de un modo completamente alienado, masivo e indistinto. Todo el mundo cree estar haciendo algo excepcional cuando es evidente que todo el mundo está haciendo lo mismo. Sospechoso. Tal vez haya que poner en cuestión la supuesta libertad de que se habla."

Miguel Brieva, dibujante

Reflexión 4: Sobre las redes sociales.

"El ecosistema informativo ha producido perversiones. La gente vive en burbujas sin contacto entre opciones. Son las cámaras de resonancia o, como las llama Cass Sunstein, de eco. Gracias al actual sistema de medios de comunicación y de información –incluidas las redes sociales-, cada cual solo escucha, ve o lee aquello con lo que está de acuerdo. No hay comunicación, no hay plaza pública. Se vive en universos paralelos. Es algo general, que se ha visto con especial fuerza en Catalunya y en España en este asunto. Si tan solo los medios públicos sirvieran de puente. Pero, en general, no. Todo eso genera unas credulidades que favorecen las manipulaciones, incluso por los troles rusos u otros. Hoy la manipulación es más fácil. Y mentir en las redes no conlleva coste para el que lo hace."

Andrés Ortega, periodista

Reflexión 5: Sobre la utopía.

"Fantaseo con un mundo en el que los androides se ocuparan de todas las tareas productivas, en el que los humanos nos dedicaríamos esencialmente a tres actividades: seríamos artistas, deportistas y coleccionistas. En ese horizonte futurible, los trabajos volverían a ser lo que eran cuando éramos niños, meros disfraces o juegos de rol. Y la inversa: la ficción podría llegar a identificarnos con fidelidad ante los demás. [Mi tío] Pere me permite imaginarlo, puesto que sus cenizas descansan hoy dentro de una Bola de Dragón, al pie de un limonero."

Alba Muñoz, escritora

Reflexión 6: Sobre el consumo.

"[¿Cómo se sobrevive al desencanto?] Has dado con el gran problema. Si todo lo que nos dan nos hiciera felices, no estaría mal. El problema es que no lo consiguen. La gente se va dando cuenta de los límites del consumo. Sí, tienes un iPhone 5, ¿y? La página de Facebook de no sé qué, ¿y? La superweb de la aplicación tal y los emoticonos de cuál... Y de pronto la gente se va dando cuenta de que eso es El mago de Oz. Detrás de eso no existe nada. El perrito tira de la cortina y deja un tipo patético al frente asustando a los demás para ganar dinero. No te compensa. Genera cierta desesperanza. Las armas de la felicidad no existen para ser feliz y eso es dramático. Hay que leer a autores como Orwell, Jonathan Swift o Herman Melville... Y otros. Y saber que todo esto estaba avisado desde el año 32. Tienes que saber que normalmente lo que te venden no está hecho para tu felicidad. Está hecho para la felicidad de quien te lo vende."

Ray Loriga, escritor

Reflexión 7: Sobre las historias.

"En las comunidades indígenas, las familias se reunían al anochecer en torno al fuego y mantenían enormes tertulias en las que los mayores iban contando historias larguísimas de lo que les pasaba y lo que les había pasado, y los más pequeños se iban durmiendo escuchando esas historias… Ahora eso se ha perdido, crecemos sin escuchar a los mayores"

Margarita, chamán mexicana. Libro "La voz de los sabios"

Reflexión 8: Sobre la sociedad.

"La educación que hay ahora es para crear productores y consumidores, nada más. En cuanto el niño empieza a hablar empiezan a indoctrinarle, a enseñarle el pensamiento único, el dogma. Las palabras clave del mundo oficial de hoy, lo que quieren que aprendamos son productividad, competitividad e innovación. Pero en vez de productividad, la palabra es vitalidad. Y en vez de innovación, es conservación. Y en vez de competitividad, es cooperación. Habría que pensar en asociarnos, vivir pacífica y apaciblemente en este mundo porque esta es la vida que tenemos que ejercer y desarrollar. Para mí, la educación sería rectificadora de la actual: educación que conduzca a saber vivir en armonía con la naturaleza porque somos naturaleza"

José Luis Sampedro, filósofo

Reflexión 9: Sobre lo que sobramos.

"Todo funciona igual de bien sin nuestra intervención. Es una buena cura para la vanidad. Entiendes que aunque dejes de actuar sobre el mundo, éste sigue su ritmo. Que nadie es imprescindible y son muy pocos los que te echan de menos."

Miguel Barceló, pintor

Reflexión 10: Nihil Novum Sub Sole.

"Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero nada teníamos; íbamos directamente al cielo y nos extraviábamos en el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo."

Charles Dickens, escritor. Libro "Historia de dos ciudades"

Poema: Sobre la vida.

"¡Qué pena si este camino fuera de muchísimas leguas
y siempre se repitieran
los mismos pueblos, las mismas ventas,
los mismos rebaños, las mismas recuas!
¡Qué pena si esta vida tuviera (esta vida nuestra)
mil años de existencia!.
¿Quién la haría hasta el fin llevadera?
¿Quién la soportaría toda sin protesta?
¿Quién lee diez siglos en la Historia y no la cierra
al ver las mismas cosas siempre con distinta fecha?
Los mismos hombres, las mismas guerras,
los mismos tiranos, las mismas cadenas,
los mismos farsantes, las mismas sectas
y los mismos poetas.
¡Qué pena, que sea así todo siempre,
siempre de la misma manera!"

León Felipe, poeta