De cómo Sir Morians y sus compañeros llegaron al Castillo Salvaje y de las aventuras que tuvieron allí, y de cómo Sir Morians liberó a muchos miembros de su familia
Sir Morians, Sir Hewgon, Sir Callaghan y Sir Balin siguieron al Caballero de la Pluma Roja por senderos secretos a través del Bosque Salvaje. Cabalgaron durante lo que parecía una noche eterna, puesto que, aunque las horas pasaban, no llegaba el día. El Caballero de la Pluma Roja no comió en todo el trayecto en ninguna de las paradas que realizaron ni, de hecho, se quitó en ningún momento el casco cerrado que llevaba.
Al fin, los caballeros llegaron a un enorme castillo de piedra roja, protegido por altas murallas. El Caballero de la Pluma Roja dijo que era Farthingstone, el Castillo Salvaje, pero que él no podía entrar. Los cuatro caballeros avanzaron hacia las puertas.
"¿No os parece extraña la actitud del Caballero de la Pluma Roja, Sir Morians? Me pregunto si..." - Sir Callaghan, atando cabos
En la puerta del castillo había dos grandes Ogros vestidos como guardias humanos. Ordenaron a los caballeros que esperasen, y así lo hicieron. Al poco tiempo aparecieron dos caballeros. Uno de ellos portaba un escudo con el Sol y el otro con la Luna. El Caballero del Sol preguntó qué asuntos les traían al Castillo Salvaje. Sir Morians contestó que buscaba a su padre, a su hijo, y al resto de sus familiares desaparecidos, y que quería hablar con el Rey de Salvaje
El Caballero de la Luna entró en el castillo mientras el Caballero del Sol esperaba en el patio de armas, impidiendo el paso a los caballeros. Tras una larga espera, los caballeros fueron invitados a entrar, pero sin sus caballos
"Un caballero a pie no es más que un hombre de armas... odio los encuentros con las hadas" - Sir Hewgon, recordando su pelea con el Nuckalavee, hace tantos años.
En el Gran Salón, los caballeros se encontraron con un extraño grupo de duendes y trasgos vestidos con ropas de cortesanos. En el trono que presidía la sala no se sentaba nadie, pero en las escaleras que llevaban hasta él había un enano, que habló a los caballeros. Al parecer el Rey del Castillo Salvaje no estaba disponible en estos momentos, pero hasta que pudiera atenderles, todos eran bienvenidos en su corte. El Enano ofreció ricos manjares y una cámara individual a cada caballero. Sir Morians y Sir Callaghan, ambos caballeros paganos, advirtieron a sus compañeros que no debían comer nada, puesto que esto podría atarles al Otro Lado, impidiendo que pudieran abandonar el Castillo. Todos los caballeros siguieron sus consejos y se mantuvieron sin comer o dormir, por miedo a sufrir encantamientos.
Por la noche hubo una gran fiesta. El Rey del Castillo Salvaje seguía sin aparecer, pero al Enano se le unió una Dama y un Cortesano, que se sentaron junto a los caballeros y comenzaron corteses charlas. Sir Callaghan impresionó al Cortesano con sus buenas maneras, así que el Cortesano le reveló que para ver al Rey deberían pasar tres pruebas. La Dama y el Enano confirmaron sus palabras y los caballeros pidieron a sus anfitriones que no se demorasen, ya que estaban dispuestos a afrontar cualquier peligro.
La primera prueba consistía en vencer al Enano en un juego de ajedrez. Sir Callaghan se ofreció para tratar de batirle. Mientras jugaban, el Enano discutía con Sir Callaghan las sutiles trampas de la intriga cortesana, tratando de distraer al caballero, pero Sir Callaghan no se dejó engañar y con una sorprendente jugada venció al Enano, que quedó muy confundido pero aceptó su derrota.
"Sí, incluso yo estoy sorprendido" - Sir Callaghan, comentando su victoria.
La segunda prueba la presentaba el Cortesano. Llevó a los caballeros a las pajareras del Rey, donde había cientos de bellas aves de presa. El Cortesano explicó que cada ave representaba una noble virtud y que los caballeros deberían mostrar su virtud consiguiendo que el ave que ellos escogieran consiguiera capturar una presa. Sir Hewgon trató de capturar una presa con el ave de la Justicia, pero no lo consiguió. Llevo la oportunidad de Sir Callaghan, que utilizó al ave de la Valentía, pero también fallo. Finalmente, Sir Morians trató de vencer con el ave del Orgullo, pero fue derrotado. Esto desanimó mucho a Sir Morians, que lo creía todo perdido, pero entonces Sir Balin escogió al ave más Enérgica, y consiguió vencer al Cortesano. La segunda prueba había sido superada.
Antes de que tuviera lugar la tercera prueba, la Dama anunció que Oberón, el Rey de las Hadas, venía a visitar a su vasallo, el Rey del Castillo Salvaje, y que todos tenían que acudir al Gran Salón. El Rey Oberón llegó con un gran séquito de caballeros y damas élficos, y con muchos duendes y hadas que saltaban y bailaban junto a él.
Durante la comida, en la que los caballeros siguieron sin probar bocado, el Rey Oberón preguntó a los caballeros qué es lo que les traía a estas tierras. Sir Morians se levantó y dijo que estaba buscando a su padre e hijo perdidos mucho tiempo atrás, y que el Rey del Castillo Salvaje mantenía en su reino. Sir Morians pidió cortésmente al Rey Oberón que sus familiares fueran liberados, y tan graciosamente habló, inspirado por el amor a su familia, que el Rey Oberón declaró que ordenaría a su vasallo, el Rey del Castillo Salvaje, que liberase a sus prisioneros. Y entonces la Dama declaró que los caballeros habían superado la tercera prueba.
Cuando la fiesta terminó, los caballeros vieron que el trono ya no estaba vacío, sino que el Enano estaba sentado en él, vestido con ricos ropajes y una corona. Y declaró que él era Madog, el Rey del Castillo Salvaje, y que estaba dispuesto a escuchar sus peticiones.
Sir Morians pidió al Rey Madog que liberase a su padre, y éste dijo que lo haría con gusto, ya que Sir Maurel había cumplido con su misión. "¿Y cuál era esa misión, Su Majestad?" - preguntó Sir Morians. "Traerte aquí, Sir Morians" - respondió el Rey Madog. Esta respuesta sorprendió a Sir Morians, y el Rey Madog le dijo que tenía una importante misión para él, puesto que oscuras fuerzas se cernían sobre el Bosque Salvaje, y él debía impedir que éstas triunfasen. Si Sir Morians le juraba lealtad, el Rey Madog le daría la soberanía sobre el Bosque Salvaje, puesto que él era el único que podía otorgarla legítimamente. Sir Morians aceptó.
"Sea. Os reconozco como mi señor feudal, Rey Madog" - Sir Morians, asumiendo su destino.
Cuando Sir Morians preguntó por su hijo, el Rey Madog le dijo que, por supuesto, también podía regresar con él. Maurel, puesto que así se llamaba el muchacho que había sido intercambiado con un Changeling, apareció junto a Sir Morians.
Finalmente, el Rey Madog le dió a Sir Morians una manzana roja, como despedida, diciendo que no había comido nada y que había rechazado su hospitalidad. En lugar de comérsela, Sir Morians la guardó, diciendo que se la quedaría como prenda de amistad entre él y el buen Rey Madog.
Cuando los caballeros dejaron la corte, encontraron al Caballero de la Pluma Roja esperándoles. Cuando se quitó el casco cerrado que le cubría la cabeza, se reveló que no era otro que Sir Maurel, el padre de Sir Morians. Al ver la manzana roja, Sir Maurel se la quitó a su hijo y la devoró. La Pluma Roja de su cascó se desvaneció y el caballero declaró que había sido liberado del hechizo que le había obligado a vagar por el Bosque Salvaje durante más de treinta años.
"¡Lo sabía!" - Sir Callaghan, exultante.
Sir Maurel, que conocía todos los senderos del Bosque Salvaje, guió a los caballeros en el camino de regreso. Sir Morians deseaba viajar al Pozo de Stevington, para liberar a su hermano, y Sir Maurel aceptó.
Al llegar a su destino, la Dama de Stevington se presentó ante ellos. Era una joven de increíble belleza, que admitió que Sir Cormac era su amante, pero que no lo liberaría a menos que uno de los caballeros pasase una prueba de virtud. Sir Morians aceptó el desafío en contra de los consejos de Sir Hewgon.
"Sir Morians, por Dios... ¿vos? ¿una prueba de castidad y virtud?" - Sir Hewgon, enunciando lo evidente.
Sir Morians siguió a la Dama hasta un claro, donde habló sobre sus razones para estar aquí. Pero la Dama utilizó sus encantos para seducir al caballero, que yació con ella. Al terminar, la Dama declaró que no había pasado la prueba, y que debía marcharse, pero Sir Morians, recuperados sus sentidos, se negó a marcharse sin su hermano. Sacó su espada y amenazó a la Dama, la cual pidió ayuda asustada. Entonces, entró en el claro Sir Cormac, armado y enfundado en su armadura. Loco de amor, atacó a Sir Morians, el cual se vió obligado a luchar contra el mismo hermano que había venido a liberar. Durante largo tiempo ambos hermanos lucharon, pero Sir Morians era superior, y terminó hiriendo gravemente a Sir Cormac.
Cuando Sir Cormac cayó al suelo, desvanecido por sus heridas, la Dama de Stevington le curó con agua de su pozo mágico y susurró al oído del caballero. Pero Sir Morians empujó violentamente a la Dama y le apartó de Sir Cormac. Después habló con su hermano hasta que el hechizo pareció desvanecerse. La Dama de Stevington, enojada, maldijo a Sir Morians, diciéndole que en el futuro mataría a aquello que más quería. A partir de ese día, las aguas curativas de Stevington se convirtieron en aguas venenosas.
"Bueno, quizá aún le encuentre algún uso a esta cantimplora..." - Sir Callaghan, con pensamientos indignos de un buen caballero.
Junto a Sir Cormac, Sir Maurel y el joven Maurel, los cuatro caballeros que habían empezado la maravillosa aventura regresaron al feudo de Sir Balin, donde les revelaron que habían estado perdidos por más de un año, y que muchos les daban por muertos. Maravillados, los caballeros se despidieron de Sir Balin y se dispusieron a volver a sus hogares.
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