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25 julio 2019

Personas polémicas en Internet

Después de tres semanitas de viaje por el Norte (maravillosa Cantabria), estoy de vuelta en la capital del reino (sofocante Madrid). Ahora tengo a los niños en el pueblo y estamos en casa mi mujer y yo, así que el estrés post-vacacional se hace más llevadero xD. No es que no exista, pero todo va a otro ritmo, más pausado. En el curro se curra y en el día a día se hacen cosas, pero el calor aplatana, la gente se va yendo de vacaciones y, en general, todo es más perezoso.

Ya he comentado que he abandonado las redes sociales, por su evidente malignidad y ponzoña. Pero en realidad, no he cortado del todo mis lazos con ellas, por dos razones principales: por un lado, anuncio de cuando en cuando cosas relativas a la editorial 77Mundos en los grupos de Facebook, Twitter y Rol+, pero confieso que no interactuo demasiado con nadie más allá de emitir información y responder preguntas; por otro lado, pertenezco al grupo de Telegram de la SGRI (la Sociedad Gastronómica de Roleros Irredentos, conciliábulo de roleros pata negra que, en secreto, domina el mundo friki). En este grupo de Telegram se me informa de modo destilado de los dimes y diretes que acontecen en las redes sociales. Lo más granado de las mismas, su esencia. En definitiva, las movidas.

Recientemente, un personaje polémico en el mundillo rolero ha dicho algo ofensivo contra un colectivo con mejor reputación que él. Después, dicho colectivo se ha quejado y se ha desatado la justa ira de los internautas sobre el personaje.

Os podría dar más datos, pero los que estéis en el mundillo, sabréis de quiénes hablo. Y los que estéis en las redes, sabréis de lo que hablo. Y, en cualquier caso, todo esto ya ha pasado, y volverá a pasar.

La cuestión importante de todo este asunto es que hay gente que no ha entendido varias cosas de cómo funciona el mundo de Internet, y también es muy posible que haya gente que no esté realmente preparada para vivir en ese mundo, por su propia personalidad. Quizá nos falte a todos tiempo para asimilar lo que nos ha pasado con esto de Internet y las RRSS.

Entrar es fácil

Lo primero a tener en cuenta es que entrar en este mundillo, el de las redes sociales, es sencillo. Es gratis. Cualquiera puede abrirse una cuenta en Facebook, Google o Tinder y comenzar a participar. Inicialmente no recibirá muchas interacciones (bueno, en Tinder puede que sí), pero si le dedica tiempo a interactuar con personas y bots, el número de sus relaciones aumentará. Es fácil que le dedique tiempo a ello porque todas las redes sociales están basadas a día de hoy en proporcionarte pequeños subidones de dopamina en dosis pequeñas pero constantes a lo largo de todo el día. Cada pequeño "Me gusta" que recibe una de tus publicaciones es un chute pequeñito de satisfacción. Es más adictivo que el azúcar. Antes las dosis se espaciaban más, si solo tenías ordenador en casa y lo consultabas por la tarde/noche, o puede que las tuvieras a lo largo de toda la mañana también, si trabajabas frente a un ordenador, con conexión a internet y un administrador de redes de los permisivos. Ahora, sin embargo, todos llevamos el móvil encima así que nuestros subidones se reciben a todas horas, desde que te levantas y miras el móvil hasta que te acuestas con él encendido sobre tu pecho.

¿Por qué las redes sociales te hacen adicto a su uso? Para conseguir tus datos: aficiones, gustos, filiaciones políticas, etc. Después, todo eso se agrega gracias a la magia del Big Data y la información se vende al mejor postor. Que pueden ser anunciantes del frikismo que te guste, o partidos políticos que quieren tu indignado voto para su candidato. Cuando en Internet algo es gratis, es porque tú eres el producto.

Pero bueno, dejando eso aparte, centrémonos en ti: ya estás enganchado a tu red o redes sociales, tienes entre 100 y 10.000 amigos y, de repente, la gente te responde. No solo eso, ¡te dice que lo que dices está guay! Puede ser que estés retuiteando algo, o ¡cielos! que una de tus publicaciones se haga viral y salga en la sección Tremending Topic de Público. Grande. De todas formas, no es necesario que seas famoso de verdad, como la gente que sale en la tele o, mejor, en Youtube. Basta con que seas conocido en el pequeño mundo que te sulibeye en Internet: el mundillo de los juegos de rol, del coleccionismo de sello o el de los fans de Chiquito de la Calzada. Lo importante es que dicho mundillo tenga un mínimo de miembros que generen una masa crítica de información y contenido para que no muera fácilmente, y ya está, ¡puede que sea una mierda de reino, pero puede ser tu reino! ¡O al menos, puedes conseguir un ducado o un marquesado!

Permanecer es cuestión de... ¡reputación!

Como ya hemos dicho antes, entrar en esto es gratis, no cuesta nada (más que tus datos) así que, en teoría, todos somos iguales y encima somos un montón. Es democracia pura, un universo libre donde tu sexo, tu religión, tu edad y todo lo que te define no importan, ¡libertad! ¡meritocracia! Excepto que no, resulta que las cosas sí importan. En las redes sociales se te medirá numéricamente por tus seguidores y, de forma aparentemente menos tangible, por tu reputación. Sé que muchos habréis visto los episodios de Black Mirror dedicados a esto de la reputación online y tal, pero ya en 2003 Cory Doctorow escribió Down_and_Out_in_the_Magic_Kingdom, una novela transhumanista en la que los humanos han logrado la inmortalidad (cargando sus memorias en cuerpos clónicos) y han acabado con la escasez (viviendo por tanto en una economía post-escasez). Si puedes vivir para siempre y puedes tener todo lo que quieras, ¿cómo se determina tu rol en la sociedad? Porque os recuerdo que somos descendientes de primates sociales que establecen jerarquías entre los miembros de su tribu de modo natural e instintivo. Bien, pues Doctorow estipula que la jerarquía se basa en la reputación. Que se puede ganar por realizar cosas extraordinarias o simplemente por realizar los trabajos aburridos (pero necesarios) que nadie quiere hacer.

Mientras llegan la inmortalidad y la post-escasez (¡que igual no son inevitables, ojo!), al menos sí podemos explorar lo que es una vida basada en la reputación.

En las redes sociales puedes ganar reputación por interactuar con la gente de forma interesante, obteniendo seguidores; conviene que no entres como elefante en cacharrería y aprendas primero los usos y costumbres del lugar. También puedes ganar reputación simplemente estando. "En España, el que resiste, gana", decía Camilo José Cela, y eso vale también para las redes: consigue ser uno de los Viejos de un mundillo y la reputación te caerá sola. Y, lo más importante, puedes aportar: traducciones gratuitas de cosas que te molen, poner subtítulos a una serie, escribir fan fiction, escribir un blog, crear un tutorial, hacerte fotos chulas en lagos contaminados y venenosos (pero azul turquesa), etcétera.

Y así, con suerte, tiempo y esfuerzo, tu reputación subirá y la gente te dirá que eres maravilloso y estarás en lo alto de la cadena alimenticia de tu mundillo y... bueno, en realidad eso no sirve para mucho, a menos que puedas monetizarlo y vivir de ello. Aunque aviso que el simple hecho de pensar en monetizar tu reputación hará que esta descienda, sobre todo si se te ve mucho el plumero. A los humanos nos gusta lo auténtico, o eso decimos (también nos gusta tirarnos el pisto). Pero bueno, no hace falta monetizar algo, puedes simplemente disfrutar del poder: el subidón de estar arriba, todo lo arriba que puedas. ¿No es suficiente? Bueno, leed 1984 y después me decís.

El Lado Oscuro es más rápido

En este mundo basado en la reputación y la dopamina, hay quien buscará un camino más rápido, más seductor, para llegar a todo lo alto. Decir cosas interesantes mola, pero decir cosas polémicas mola también, ¿eh? Nos gusta la mala baba y el comentario mordaz e ingenioso. Somos así, no nos hagamos sangre. El problema ahí es que ganarás reputación y seguidores, pero ganarás también enemigos. Y tener enemigos molará, porque les podrás dar cera en las redes, y montar buenos flames, y eso es genial porque lo importante es que hablen de ti, aunque sea bien.

Yo llevo chateando desde 1995 y participando en foros y listas de correo desde un par de años antes. Las redes sociales son eso, con mucha más gente. He conocido trolls desde mucho antes de que muchos de vosotros nacierais (o igual no, que puede que los lectores de este blog sean gente viejuna como yo). Pero vamos, centrémonos en que sabe más el diablo por viejo que por diablo. Os contaré algo sobre la gente que gana reputación a base de polémicas: en un altísimo grado, terminan abandonando el mundillo. Los que no montan bulla también se marchan, ojo, pero los más polémicos se van metiendo en movidas más y más gordas y, al final, se marchan con mucha más frecuencia. A veces con un booom y a veces con un prrrttt... pero se marchan.

Maldito karma

No sé del todo por qué, pero tengo mis teorías. La principal es que creo que se estresan. Sobre todo aquellos que basan su participación en el mundillo en la polémica y no en la creación de algo. Las batallas molan, pero estar batallando año tras año no sé yo si es sano. El cuerpo a cuerpo cansa. Estar en la primera línea de fuego agota. Y lo malo es que todo se va acumulando, se va acumulando y encima es muy complicado volver atrás. Si te has ganado tu reputación a base de polémicas, no es fácil que te quites la piel de lobo y te pongas la de cordero. Ni aunque tú en realidad seas una persona encantadora en el "mundo real". Porque no te creerán. Porque resulta que tú, en Internet, no eres tú, eres tu personaje. Si creas una personalidad alternativa en Internet, una personalidad polémica, atractiva, audaz, sin pelos en la lengua, que dice las verdades a la cara... la gente te conocerá así. Terminarás convertido en ese personaje. ¿No me crees? Lee la saga de Dune y observa lo que les pasa a los Danzarines Rostro de los Tleilaxu.

Así que, atrapado en tu personaje, las malas experiencias, el mal rollo, los flames y la negatividad, terminarás explotando después de una movida especialmente chunga o de repente un día descubrirás que odias a tu personaje (¿a ti mismo?) y lo abandonarás. Igual no dices ni adiós, simplemente un día te piras. Y si se te ocurre volver un par de meses después resulta que no conoces a nadie. No te preocupes, ya te habrán sustituido; si algo sobra en este mundo son humanos.

No es realmente inevitable que hagas todo esto de modo consciente, para obtener dinero o poder. Puede que lo hagas simplemente porque mola. Porque te sientes cómodo en el cuerpo a cuerpo, porque te gusta. Pero ya he visto a muchos polemistas profesionales quemados.

Personalidades incompatibles con las redes

También es verdad que las redes no parecen el lugar más adecuado del mundo para según qué tipo de personalidades. Las personas impulsivas, las personas con tendencias depresivas, las personas con tendencia a la adicción... a ver, no es que no deban utilizar las redes sociales. Pero deben usarlas con cuidado. En mi opinión, las redes sociales funcionan mucho mejor para seguir manteniendo el contacto con personas que ya conoces en el mundo real (con lo que se convierten en una herramienta de comunicación eficaz, porque conoces a esa persona) y para intercambiar conocimientos e información sobre aficiones o profesiones. Pero los vínculos afectivos que se generan a través de las redes sociales son un poco artificiales. E incompletos, debido a que en la comunicación a través de las mismas se pierden matices de la comunicación cara a cara. En las redes sociales tienes conocidos, seguidores, gente a la que sigues... pero no sé yo si tienes muchos amigos. No es tan fácil ni siquiera tenerlos en el mundo real.

Crear es más bonito que destruir.

Mi padre me dijo hace muchos años, cuando le acompañaba a hacer reformas de interior (vulgo, "a hacer chapuzas"), que si prefería tirar todos los azulejos de una casa o poner los nuevos. Yo le dije que tirarlos, básicamente porque era más fácil dar golpes con una piqueta. Pero el me contestó que destruir era sencillo: cualquiera podía hacerlo. Sin embargo, construir algo era difícil, pero era satisfactorio, y no todo el mundo podía hacerlo.

Crear no es fácil. Pero deja algo en el mundo. Por eso lo que da más reputación en las RRSS es aportar algo original, aportar contenido. Comentar, criticar, debatir... sí, eso también es útil, pero no es lo mismo. Comentar negativamente, criticar de forma despiadada, trolear por trolear... para mí entran dentro de la categoría de "actividades destructivas". Son más fáciles, aunque haya quien las eleva al estatus de arte. Pero creo que no son tan satisfactorias. Creo que al final te dejan vacío. Creo que se acumulan en tu interior y te comen por dentro.

Por eso, cuando me encuentro con una persona polémica, suelo pensar que, con el tiempo, simplemente se van a cansar. Así que no les doy demasiada importancia. Igual mi postura es demasiado pasiva y debería ser más beligerante... pero yo diría que una persona así, en la cúspide de su poderío troll, en realidad se crece en la lucha.

En fin, haced la prueba. Observad a estas personas. Fijaos en su trayectoria. Y esperad un par de años. La paciencia es una virtud. Igual os sorprendéis de ver una evolución parecida a la que os he contado, y aprendéis a no darle tanta importancia al siguiente que veáis que cojea del mismo pie.

Saludetes,
Carlos

20 comentarios:

  1. Mira si ha sido polémica la entrada que nadie comenta...

    Me ha gustado la disertación y aunque a mi me pilla mucho más joven sí que he vivido el auge y mantenimiento de las redes sociales, donde esto se ha exagerado a niveles absurdos. Y al final ves a la gente a la legua.

    El problema es que si haces como yo, que no te metes en nada, no te conoce nadie. Que en si no es malo (mi blog siempre ha sido una cosa para mi) pero siempre está ese pequeño picazón de envidia malsana que deberíamos quitarnos. En fin.

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    1. Bueno, ya hay un par de comentarios ;). Pero no pasa nada, no he escrito esto para que reciba comentarios (si vienen, genial, así hay debate), sino porque era algo en lo que pensaba en ese momento; ¿un blog no debe ser algo que escribas principalmente para ti? Sí, creo que es lo más sano ;).

      Es cierto que con el tiempo terminas viendo a la gente a la legua. Y no es necesario tener una experiencia que se remonte al siglo pasado, con un par de añitos o tres ganas la suficiente sabiduría :P.

      Pero escucha, "no meterse en nada" es distinto de ganar reputación siendo un poco bocachancla. Se puede conseguir que la gente te conozca creando contenido y participando en el mundillo. Lo que pasa es que tardas más. Y puede que no lo consigas nunca. Pero, ¿es tan importante? Yo seguiría escribiendo en este blog aunque no comentara nadie.

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    2. "¿un blog no debe ser algo que escribas principalmente para ti?" Pues mi blog es un bodrio asqueroso: con lo que me cuesta escribir, y no me informa de nada que no supiera de antemano. ¿A los demás no os ocurre?

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    3. Un blog es, literalmente, algo que escribes para ti.
      Blog es el apócope de weblog. Por tanto, diario web ;)

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  2. Genial artículo, Carlos. Como siempre, reflexiones profundas, sentido común y sabiduría a raudales.

    Las redes sociales, salvo apocalipsis o aparición de algo que las sustituya, han llegado para quedarse. Algunos optimistas arguyen que son algo todavía muy reciente y que con el tiempo aprenderemos a utilizarlas mejor; los más pesimistas, que cambiará profundamente la sociedad y que no hay marcha atrás.

    Mi humilde opinión es que para nuestra afición, como para muchas otras que son marginales, han sido muy útiles (aunque estoy de acuerdo cuando se dice que hay más rolerxs fuera que dentro).

    Espero que como cualquier otra herramienta humana, sepamos emplearlas bien y para el bien.

    ¡Un abrazo!

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    1. Muchas gracias, Jose, me alegra que te haya gustado.

      Como decía en la entrada, algo parecido a las redes sociales ha existido desde hace décadas, y los troleos, los bocachanclas y los odios bizantinos existen desde los tiempos de las tertulias literarias de los cafés... o desde los romanos, si me apuras.

      Creo que la diferencia ahora mismo es el tamaño. El tamaño abrumador de las conexiones. Antes estabas limitado a la gente que estuviera a tu alrededor, a un foro, quizá a lo que alguien se animara a escribir sobre un artículo o un libro tuyo en las cartas al director de un periódico... y ahora estamos sometidos a eso a una escala inmensamente mayor y de un modo constante y diario.

      Creo que no tenemos el coco pensado para algo así, al menos no de serie. Supongo que, al ser tan adaptables, nos acostumbraremos o lo integraremos en nuestra cultura. Aunque probablemente eso ya lo harán nuestros hijos y nietos. Yo doy un paso atrás en ese sentido y me declaro obsoleto. Intelectualmente, podría participar, lo he hecho. Pero creo que no es bueno para mi salud mental.

      Sobre nuestra afición, sí, claro que ha sido bueno. Yo siempre he comentado que para toda afición, pero sobre todo para las minoritarias, Internet es una bendición, porque te permite estar en contacto con el resto de "raritos" como tú ;), aunque sea vía telemática. Y es lo que comentaba en el artículo: profesional y lúdicamente, Internet es una bendición. Pero creo que, sentimentalmente no lo es. Que para la convivencia no lo es.

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  3. Magnifico articulo, Carlos.
    Debería figurar en todas las redes sociales al darse de alta...

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    1. Algo me dice que los administradores de dichas redes sociales no verían con demasiados buenos ojos las afirmaciones de esta entrada xD

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  4. Me ha gustado esta reflexión y estoy muy de acuerdo con todo. Hay que relativizar esto de las redes sociales. :-)

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    1. Habría que relativizarlas mucho, completamente de acuerdo. Y aunque aún no estamos en ese punto, creo que sí hemos comenzado a ver su lado más oscuro en los últimos años.

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  5. Interesante, como siempre. Como cada vez más tiendo a evitar a los que son polémicos, no me había enterado que había habido jaleillo en el mundillo rolero otra vez. Creo que estoy mejor sin enterarme.

    Un amigo mío opinaba, hace unos añitos ya,a propósito de los móviles y sus adicciones, que a los seres humanos nos habían salido antenas para comunicarnos, pero que todavía no sabíamos usarlas bien.

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    1. ¿Y cuándo no es fiesta, Jesús? Ha habido jaelíllo, pero no merece la pena dar nombres.

      Claro, efectivamente, no nos ha dado tiempo a aprender a usar esto de los teléfonos móviles. Estamos conectados a demasiada gente. Nos aturulla, nos estresa. Es demasiado información, demasiado personal y todo demasiado. No me extraña que a más de uno el cerebro le haga katakroker.

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  6. Espero que hayan ido bien esas vacaciones, Carlos :-)
    Una reflexión interesante. Estoy de acuerdo con que las polémicas constantes afectan a la salud y difícilmente una persona puede llevar ese nivel de estrés.
    A mí las redes sociales me han sido muy útiles para conocer en persona a otros aficionados y para dar visibilidad a mi trabajo. Rara vez las uso para mantener el contacto con personas que ya conozco, para eso uso el correo electrónico. También utilizo Whatsapp, que algunos consideran red social, pero para grupos pequeños o simples mensajes de texto.

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    1. Las vacaciones han ido muy bien, muchas gracias :).

      Claro, si no le niego utilidad a las redes sociales (ni a Internet en general), pero coincido en que son interesantes a un nivel de aficionados o incluso comercial... pero que no lo son tanto a un nivel político o social, que son cosas más serias. 144 caracteres no dan para una reflexión ponderada, aunque abramos hilo. Una reflexión en Facebook con 100 comentarios no se convierte en un ensayo sobre ningún tema. Las redes sirven para lo que sirven y aún no sabemos las implicaciones de esta nueva droga en la salud mental de todos nosotros.

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  7. Me ha resultado interesante tu reflexión sobre la gente "polémica". Este tipo de gente generalmente dura poco, pero mas que irse quemando poco a poco suele ocurrirles que un día les explota todo, porque nadie es perfecto y en algún momento comentes un error, y es en ese momento cuando aparecerán todas esas personas a las que has metido en tus polémicas/flames, que estaban esperándote con la escopeta cargada dispuestos a llevarte a la hoguera. Y lo mas seguro es que todos esos que te reían las gracias ahora pasen de tu ti, porque generalmente quien apoya a un troll es otro troll, y te encontrarás mas solo que la una.

    Un saludo.

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    1. Sí, he visto alguna de estas pifias en tiempo real y, la verdad, no son bonitas de ver. Sin embargo, también he visto a algunos que, simplemente, se han cansado. Coincido contigo en que en ambos casos, muchos de los que les reían las gracias terminan no resultando grandes apoyos en los momentos duros...

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  8. No tengo experiencia en eso que llamas redes sociales. Alguna vez me he aventurado en los dominios de Facebook, Instagram y Twitter, pero al poco ocurre algo que me echa para atrás. Una cortinilla pide que me registre para continuar. Falta el índice de archivos. El contenido no me dice nada. Etc.

    Por otra parte no tengo Internet en casa, no tengo Internet en el móvil, no tengo móvil siquiera, ni lo tendré mientras pueda evitarlo.

    Consulto la red en la biblioteca o el trabajo, y si lo que veo me interesa lo guardo en el pen drive y me lo llevo a casa, para leerlo detenidamente o incluso editarlo.

    Foros, blogs y wikis usan un código relativamente sencillo que se descarga facilmente. Me alegro de que hayan suprimido Google+ de una puñetera vez, porque descargar los comentarios era una pesadilla.

    "Pero los vínculos afectivos que se generan a través de las redes sociales son un poco artificiales. E incompletos, debido a que en la comunicación a través de las mismas se pierden matices de la comunicación cara a cara."

    Para mi es un punto a favor. La comunciación presencial es una lata. Se da la circunstancia de que no puedo pensar y hablar al mismo tiempo. Tengo que memorizar de antemano lo que voy a responder, o al cabo de las cuatro primeras palabras pierdo el hilo y no sé por donde tirar. Lo de hacer amigos lo dejo para las ponis de colores, que se les da muy bién.

    "En mi opinión, las redes sociales funcionan mucho mejor para seguir manteniendo el contacto con personas que ya conoces en el mundo real."

    Mi política es exactamente la contraria, pero cada uno tiene la suya. Lo que me interesan son las ideas, no quién las dice.

    "Igual no dices ni adiós, simplemente un día te piras."

    Más de dos veces lo he hecho. Pero no es fruto de una decisión deliberada. Simplemente, me voy quedadando sin nada nuevo que decir, hasta que emmudezco por completo.

    Por ejemplo: me registro en un foro cervantino para quejarme de que "El Quijote" apesta, y en cuanto he sacado a la luz las cuatro cosas que me huelen mal ya no tengo más que añadir o que quitar. Mientras tanto, me apunto a otras movidas más fructíferas. Y cuando me doy cuenta ya han pasado cinco años desde mi último mensaje y no recuerdo ni cual era mi nombre de usuario. (Es de suponer que aquí en la Frikoteca acabará pasándome lo mismo.)

    Pero claro, me refiero a los foros de opinión, no a las redes sociales. Desconozco todo sobre la dinámica de estas últimas.

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    1. En realidad, la dinámica de las redes sociales no difiere en esencia de un foro. Lo que pasa es que hay mucha más gente en una red social, y eso lo magnifica todo, hasta extremos inhumanos.

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