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31 julio 2024

Explorando cuevas en el mundo real

Acabo de regresar de unas vacaciones en Almería con la familia. Hemos pasado un mes entero allí, en la zona de Playas de Vera, situado en el levante almeriense. Normalmente no nos vamos tanto tiempo, pero contando con que mi mujer ha podido teletrabajar desde allí y que yo sigo de excedencia (aunque ya me queda menos para volver al tajo), hemos tirado la casa por la ventana por un año ;).

La mayor parte del tiempo hemos estado yendo de una playa a otra (playa de los Genoveses, playa de los Muertos, playa de Cabo de Gata, etc.), pero también hemos tenido la ocasión de hacer otro tipo de actividades. Antes de irnos para allá estuve investigando y, para sorpresa de nadie, me dibujé un mapa de la provincia con los lugares que quería visitar :D. Ya sabéis que para diseñar una buena aventura siempre hay que empezar por un mapa ;).

Una de estas actividades fue visitar la Geoda de Pulpí, que es la geoda más grande visitable. Yo no sabía lo que es una geoda, pero al parecer es un cavidad natural que se produce en la roca y que está rodeada por lo general por algún tipo de cristal.

Es verdad que no puedes ver la geoda como se aprecia en la fotografía, desde dentro, sino que únicamente puedes asomarte desde una pequeña cavidad, y solo durante unos segundos. Pero entre que bajas al fondo de la mina en la que se encontró, te cuentan las historias de los mineros, la de los espeleológos que la descubrieron y finalmente le echas un vistazo... pues la verdad es que es una experiencia que merece la pena. Si os animáis a ir, reservad con tiempo, preferiblemente con un par de meses de antelación.

Pero aunque esta mina y esta geoda nos encantaron, hubo una expedicíon subterránea que me resultó aún más interesantes: la visita a las cuevas de yeso de Sorbas.

La región en la que se encuentra el pueblo de Sorbas es un lugar en el que se ha extraído yeso desde tiempo inmemorial. Algunas de estas cuevas de yeso se pueden visitar, en distintas rutas que van de más sencillas a más complicadas. Nosotros hicimos la básica... y nos tocó arrastrarnos por un par de parajes estrechos en un par de ocasiones.

He de decir que la experiencia está muy bien organizada, y que los guías que te llevan de un lado a otro de las cuevas hacen el recorrido muy ameno y logran que te sientas seguro aunque te toque trepar un poco y arrastrarte por el suelo un par de veces. Lo que más nos gustó de esta experiencia es que no se trataba de una mina, con sus pozos y sus túneles más o menos preparados para transitar por ellos, sino que era una cueva formada por la erosión y el tránsito del agua. Nos contaron que en épocas de inundaciones la cueva se inunda completamente por el agua que la recorre, y hay lugares donde puedes ver la marca que dejan las aguas al precipitarse por la caverna.

Como buen rolero, no pude por menos que imaginarme lo que sería explorar una cueva de este tipo en una partida. Y, como siempre, experimentar algo en el mundo real te ayuda a darte cuenta de cuántas cosas damos por supuestas en nuestras exploraciones de mazmorras. Por ejemplo:

  • La luz no existe. Es verdad que cuando juegas al rol, puedes simplemente dar por supuesto que hay hongos fluorescentes en la roca, o dar por supuesto que llevar una antorcha o una lámpara es suficiente. Pero en un momento dado en la visita, el guía nos sentó en una pequeña salita, nos hizo a todos apagar las luces y abrir los ojos, y no se veía nada. Nada de nada. Era el summun de la oscuridad. Estuvimos en silencio y era sobrecogedor. Después yo me quedé un par de veces el último, cerrando la marcha, e iba mirando de cuando en cuando a lo que dejábamos atrás y eso era el Tártaro xD. Un punto a favor de ser mucho más estrictos con la gestión de las luces en las aventuras. Si se cargan al que lleva la lámpara y todos se quedan a oscuras, eso debe ser de horrible para arriba.
  • Hay pasajes muy estrechos. Hay un par de momentos en la visita en la que te tienes que tirar al suelo. Pero es que, sin llegar a esos extremos, hay un par de zonas en las que se ha derrumbado parte del techo y te tienes que aplastar contra una pared y pasar de lado, con la barriga chocando contra la pared de enfrente. No me quiero ni imaginar lo que sería cruzar por ahí con una armadura metálica rígida, una mochila, un saco lleno de tesoro y un escudo y una lanza. Vamos, imposible. Es algo que no se ve en muchas aventuras, aunque sí recuerdo un par de ellas de RuneQuest en las que existía la posibilidad de quedarte encajado en un pasaje estrecho (buscad los suplementos de Apple Lane y Shadows on the Borderlands).
  • Los techos son a veces enormes y a veces muy pequeños. Igual que hay pasajes estrechos, hay zonas en las que los techos son muy bajitos, o lo suficientemente bajitos como para que tengas que avanzar encorvado o dándote cabezazos con el techo (¡y es de piedra!). De repente, pensar que los trasgos son más bajitos se convierte en una ventaja para ellos en el combate en según qué zonas de sus guaridas, y es algo que normalmente no he visto reflejado en muchas aventuras. Seguro que muchos jugadores se quejarían si les pusieras penalizadores a luchar en esas circunstancias, pero de verdad que la posibilidad de estar pegándote cabezazos contra las rocas mientras peleas es más que real. Aventureros, usad siempre casco :D. Ah, y es evidente que en las cuevas más grandes puede ser imposible ver las dimensiones de la cueva, o lo que hay en el techo, más allá del alcance de la luz que lleves. Con tener un túnel de acceso algo escondido a un par de metros de una cueva, no es necesario usar nada de puertas secretas; se oculta solo.
  • La temperatura es constante. Esto es muy significativo. Las cuevas se mantienen a una temperatura constante todo el año. En verano son fresquitas y en invierno, cálidas. Siempre en comparación con el exterior, claro. En nuestras visitas eso era una bendición, porque podías llegar sudando de estar andando por un estrecho desfiladero a 35 o 40 grados de temperatura... y llegabas a la cueva y ya antes de entrar notabas el fresquito. Y, una vez dentro, 22 o 23 grados de temperatura durante todo el recorrido. Un cuñado mío dice que con esto del cambio climático terminaremos volviendo a las cuevas, porque va a ser lo único habitable, y al final va a tener razón el jodío.
  • Luchar en esas condiciones sería una locura. Es cierto que no todas las mazmorras son cuevas naturales, pero aquellas que sí lo son me resultan aún más desafiantes para un grupo de exploradores. Creo que sería muy interesante que en nuestros mapas se indicaran los lugares estrechos, o los lugares con el techo muy pequeño, y que los usáramos para tender emboscadas, por ejemplo. Y con sus buenos penalizadores. Si encima a los portaantorchas se los elimina... brrr, me da miedo solo de pensarlo xD.

Y es que, como ya he dicho varias veces, no hay como montar a caballo para darte cuenta de lo altos que son los jodíos, y la mala leche que pueden tener; que acampar por la noche en el campo te hace entender que eso de dormir con la armadura puesta es una locura, que cualquier ruido te hace pensar que vienen los lobos a devorarte y que el suelo es muy duro cuando llega el momento de sobar; que hacerte el Camino de Santiago, aunque solo sean 100 kilómetros, te hace entender lo que debe ser moverte 40 kilómetros cargado hasta arriba y vestido de armadura... en definitiva, que salir un poco de nuestros cómodos salones y haciendo un mínimo de actividad al aire libre, no solo enriquece tu vida en general, sino que puede hacerlo también, y mucho, cuando dirigues partidas ;).

Saliendo un poco del rol, hay que decir que hubo un par de ocasiones en las que lo pasamos un poco mal, sobre todo mi mujer, que lleva peor lo de los lugares estrechos. Hay un punto en el que hay que pasar a gatas porque el techo es muy bajito, y aunque es un pasaje de solo cuatro o cinco metros, es comprensible que gente con un poco de claustrofobia no pueda hacer el recorrido. El guía nos comentó que justo el día anterior tuvo que sacar a una chica que había sufrido un ataque de ansiedad en una de las zonas. Y, ya justo a la salida, hay un punto (opcional) en el que hay que tirarse al suelo y pasar a través de un agujero en la pared en el que se te queda encajado el hombro. Una persona muy obesa no puede pasar, ni alguien con problemas de movilidad. Y aunque no estés muy gordo (que, en fin, yo ya no estoy hecho precisamente una sílfide...), el caso es que sí que da un poco de canguelo tirarte al suelo, que está duro, y lleno de polvo y avanzar, pensando que te puedes quedar encajado y que tienes toneladas y toneladas de roca sobre tu cabeza...

En cualquier caso, al final lo hicimos, y nos lo pasamos muy bien. Fue toda una experiencia, y una que sé que en un par de décadas ya no voy a poder realizar. Así que la disfruté todo lo que pude. Y, por supuesto, en un momento dado me quedé con uno de mis hijos, los dos solos al final del grupo, apagamos las luces y miramos hacia atrás, pensando en si por allí vendrían un grupo de goblins o un grupo de kobolds. Y se nos erizaron los pelitos de los brazos xD.

Saludetes,
Carlos

4 comentarios:

  1. Qué chulo. Me ha recordado mis visitas de niño a la cueva de Santimamiñe (veo que ahora las salas de las pinturas sólo se puede visitar virtualmente). Yo fui no solo fui con mis padres pero también era una visita obligada para todos los escolares de los 80s en Bizkaia, por las pinturas rupestres (creo que han descubierto más de las que nos enseñaron). En contra no teníamos que serpentear por estrechos agujeros para llegar a distintas zonas, lástima :D.

    Una de las cosas que mejor recuerdo son las figuras y lo evocadora que son para la imaginación. Las sombras sobre las paredes, estalagmitas..., a veces era como un teatro de sombras chinas donde podías intuir animales, monstruos, etc. O agujeros en las estalagmitas (o estalactitas) con formas de animales... y al fina el huevo frito :D, que a mi me parecía poco hecho y me daba asquillo (era una roca con la humedad y colorido que recordaba a un huevo recién echado a la sartén)

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    1. Pues curiosamente, hace unos estuvimos por unas cuevas en el País Vasco (estábamos de vacaciones en Cantabria y fuimos para allá en un par de ocasiones) y nos enseñaron unas cuevas en las que había pinturas rupestres que estaban integradas con las formaciones rocosas. Y era muy curioso ver que la guía movía la linterna sobre una imagen y parecía que se movía y todo. Un artista el tipo (o tipa) que lo pintó :D.

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  2. Creo que a todo rolero nos sueltan en una cueva y pensamos en lo mismo ;). A mí me ocurrió hace un par de años en una visita a Patrimonio de la Luz, unas canteras tipo mina en Hontoria de la Cantera (Burgos).

    Una de las galerías, que se había utilizado de polvorín, tenían tabiques que te hacían pensar que podían ser aquello un antiguo pueblo enano. El sitio se comía la iluminación e íbamos trastabillando por un suelo algo irregular. Me imaginaba cómo podía ser aquello con la atmósfera viciada por las lámparas de aceite, el ruido de la forja y en la plaza de arriba, quizás, un mercado.

    La otra era todo lo contrario: paredes de un blanco prístino que reflejaban toda la luz y deslumbraban.

    Sales de esas queriendo montar una aventura en un dungeon :D.

    Por cierto, me anoto el sitio como futura visita, que no he ido nunca por la zona de Almería.

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    1. Sí, me temo que todos los roleros estamos cortados por un patrón muy similar xD.

      El sentimiento de estar metido en Moria siempre me acompaña cuando visito una mina :D. En el caso de cavernas más naturales, siempre pienso en trasgos ;). En cualquiera de los dos casos, sales pensando en montar partidas en mazmorras :D.

      El sitio está muy bien, te lo recomiendo. Yo no había estado nunca en Almería tampoco, y me han gustado muchas de las visitas que he hecho. Esta, en concreto, hay que hacerla cuando todavía tienes un mínimo de agilidad para trepar y arrastrarte un poco ;).

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