Cuando era pequeño me encantaba que me regalasen juegos de tablero. El primer juego que recuerdo que me fascinó fue En busca del Imperio cobra, como a muchos otros de mi generación. Tuve otros muchos, como Misterio (un Cluedo con un tablero y unas imágenes chulísimas, que me gustaba más que el propio Cluedo), La Maldición del Templo de Cristal (¡poco más que un juego de la oca, pero con un tablero en glorioso 3D!) o La Ruta del Tesoro (el Monopoly pero con una ambientación piratesca y gloriosas monedas de oro, plata y bronce con las que jugar a ser piratas). El HeroQuest llegaría años más tarde.
Sin embargo, hubo un juego que me compré en una tienda en mi propia calle, siendo bastante pequeño aún y que era completamente distinto a los demás: La caída del Imperio Romano, de la editorial NAC.
La caída del Imperio Romano
La caída del Imperio Romano es, simple y llanamente, un wargame sencillito. Para mi mente de chaval de 10 o 12 años, de sencillito no tenía nada, y recuerdo haber pasado bastante tiempo releyendo las reglas, tratando de sacarles sentido, y jugando partidas por mi cuenta en modo solitario. Estoy seguro de que engañé a mi hermano al menos una vez para que jugara conmigo, pero si yo tenía doce años, como mucho, él rondaba los siete, así que os podéis imaginar que hicimos lo que pudimos xD.El juego simulaba toda la historia del Imperio Romano desde sus primeras luchas contra los cartagineses hasta su disolución por culpa de los ataques de los bárbaros, siglos después (sí, sé que las razones fueron múltiples, y no solo que lo atacaran las tribus germánicas, pero bueno, esa es la premisa del juego). El tablero era un glorioso mapa dividido en hexágonos que representaba Europa, el norte de África y parte de Asia, es decir, los límites de la expansión romana en su apogeo. Cuando digo glorioso me refiero a que a mí me lo parecía. Hoy lo veríamos un poco simplón :D.
Y además, contabas con docenas y docenas de ficha de cartón que representaban las tropas y ciudades de romanos, cartagineses, griegos, persas y egipcios. Además de muchos, muchos pueblos bárbaros. Estos últimos se dividían a su vez en pueblos no expansionistas, que eran en definitiva bárbaros que no se movían de su sitio (lusitanos, celtas cisalpinos, etc.) y pueblos expansionistas como ostrogodos o visigodos que sí que se movían, en busca de saqueos y conquistas.Aunque en teoría podías jugar con hasta cinco jugadores, lo cierto es que los egipcios, los persas y los griegos tenían muy poquitas fichas con las que expandirse, así que lo divertido era jugar con los romanos y los cartagineses, o como mucho a tres jugadores, uno con romanos, otro con cartagineses y otro con el resto. Digo que algunos tenían pocas fichas porque aunque en el juego podía ir fundando ciudades y reclutando ejércitos y flotas, había un límite máximo al número de piezas que podías llegar a tener, representado por las fichas físicas que venían con el juego. Si no recuerdo mal, los egipcios podían crear un máximo de tres ciudades, por ejemplo, que eran justo con las que empezaba el jugador romano. El resultado es que al final los griegos tenían suficientes ciudades como para ocupar Grecia y poner algunas colonias aquí y allá, al cartaginés le daba para expandirse por la Península Ibérica y el norte de África, mientras que los romanos tenían potencial para ocupar casi todo el mapa.
Creo que lo que más me gustaba era que, en determinados turnos, comenzaban a aparecer bárbaros, en zonas concretas del mapa, y se ponían a avanzar hacia las tierras civilizadas. A medida que pasaban los turnos, estos bárbaros eran cada vez más numerosos, y si jugabas con los romanos lo ideal era haber masacrado a griegos y cartagineses en los primeros turnos y lograr prepararse bien para resistir a los bárbaros a medida que se iba terminando la partida. Lo tendría que mirar, pero supongo que era prácticamente imposible ganar el juego con cualquiera que no fueran los romanos.
En cualquier caso, a mí me parecía un juego fascinante. Me pasaba horas con mi tablero desplegado, enfrentando ejércitos entre sí, construyendo ciudades en lugares remotos, reclutando tropas y defendiéndome de las hordas bárbaras. Como uno de mis libros preferidos de pequeño era Aníbal, de Gisbert Haefs, lo cierto es que les tenía una especial simpatía a los cartagineses, pero recuerdo haber jugado alguna partida en la que los cartagineses arrasaban a los romanos, y en la que inevitablemente después los bárbaros lo masacraban todo, porque los cartagineses no tenían fichas suficientes para defenderse en los últimos turnos.La caída del Imperio Romano fue mi primer y casi único wargame. No sé ni siquiera si se puede considerar wargame o es más bien un juego temático, pero la verdad es que hizo que me quedara siempre la atracción por los mapas hexagonados y las fichas de cartón :D. Por cierto, lo sigo teniendo guardado en un armario de mi casa, tantos años después.
Great Battles of Alexander
El único wargame puro que puedo decir que tengo es Great Battles of Alexander, de la editorial GMT. Me lo compré hace muchos años, y he de confesar que sigue sin destroquelar en mi estantería del frikismo. El libro de reglas me lo he leído varias veces, y me encanta ver los escenarios que plantea el juego, y soñar con echarme una partida con alguien algún día xD.Como se puede deducir por el título, el juego trata sobre las batalla que luchó Alejandro Magno a lo largo de su vida. Se incluyen mapas y tropas suficientes como para recrear batallas como Gaugamela o Hidaspes, con sus listas de ejércitos y disposición inicial de la batalla. Hay docenas de tropas, con fichas superchulas con sus datos de movimiento, combate, moral, etc. Los libros tienen reglas especiales para las picas de los macedonios, para elefantes, caballería pesada y todo el percal que uno espera de este tipo de juegos. Creo que yo tengo la edición de 1995, y acabo de descubrir que hay una nueva con todavía más batallas. Obviamente, si he tardado veinte o treinta años en no jugar la que que tengo ahora, ni me planteo pillar una nueva xD.
White Bear & Red Moon / Dragon Pass
El primer juego que se publicó ambientado en Glorantha no fue RuneQuest, sino White Bear & Red Moon, que se reeditaría en años posteriores con el nombre de Dragon Pass. Era un wargame ambientado en el Paso del Dragón y reflejaba las guerras entre el Imperio Lunar y el reino de Sartar, bajo el mando del Rey Argrath. Este juego es más similar a La caída del Imperio Romano que a Great Battles of Alexander porque no trata sobre batallas concretas, sino que se dedica a mover grandes ejércitos por todo el tablero, enfrentándose entre sí, conquistando ciudades y llevando a cabo enfrentamientos a mayor escala. Eso sí, está pensado para dos jugadores.El juego tiene un sistema de diplomacia que permite reclutar ciertas tropas neutrales que están distribuidas por todo el mapa, como los mercenarios de Sir Ethilrist, los trolls de Dagori Inkarth, etc. Y, al tratarse de un juego ambientado en un mundo de fantasía y magia, las tropas incluyen héroes, superhéroes (como Harrek el Berserk, el «White Bear» del título original), dragones o monstruos terribles como el Murciélago Carmesí. Hay incluso tropas con poderes especiales, como los «Crater Makers» del Imperio Lunar, que pueden arrojar meteoritos contra las tropas enemigas. Las tropas en este juego disponen no solo valores de movimiento y combate, sino también de magia, lo que les permite enfrentarse entre sí con hechizos y magia especial, y no solo con lanzas y flechas.
No sé si algún día Chaosium se decidirá a reeditar el juego, aunque últimamente reedita bastantes cosas antiguas ;), así que cabe la posibilidad de que veamos algún día este juego de nuevo. Eso sí, sospecho que lo cambiarán bastante para que se adecúe a lo que se espera a día de hoy de un juego de tablero o temático moderno. Lo cierto es que es un juego interesante para los aficionados a Glorantha, porque es el origen de muchos de los elementos del juego de rol, y también una muestra de que la guerra en un mundo de fantasía no es como la de nuestro mundo.
Divine Right
Este es un wargame de fantasía publicado por TSR en 1985. Es parecido a Dragon Pass porque tiene tropas de fantasía, dragones, hechizos, etc., pero desde el principio el número de jugadores puede ser de dos a seis, y por tanto es más fácil de sacar a mesa con un grupo numeroso. Cada jugador lidera un reino con una serie de tropas y flotas iniciales, y tiene una ficha que representa a su monarca. Se ganan puntos matando a monarcas enemigos y arrasando ciudades, pero tiene un componente importante de diplomacia porque hay unas fichas de embajadores que pueden viajar a las cortes de reinos neutrales para tratar de atraerlos y que luchen por ti.Como juego de hace muchos años que es, tiene sus características que se hacen extrañas hoy en día, o poco frecuentes, como que las tropas mueven lentamente, los asedios se pueden hacer eternos, los jugadores pueden abandonar la partida porque se los carguen y una partida puede durar fácilmente cinco horas, etc.
Sin embargo, la gente habla muy bien de cómo las reglas especiales de ciertas fichas o la narrativa que se incluye sobre las ciudades, regiones o tropas le dan a todo un rollo de narrativa épica, con alianzas que se rompen, grandes hechizos, invasiones bárbaras, etc., que te meten mucho en la historia de Minaria, el mundo en el que está ambientado el juego.
Hace unos años se publicó una versión 25 aniversario que no le gustó demasiado a los fans, pero el año pasado, después de una exitosa campaña de kickstarter, ha salido una versión remasterizada del original que parece que está gustando más. He de admitir que a este juego le tengo ganas, pero no creo que me lo termine comprando porque, a ver, está solo en inglés y tampoco creo que lo fuera a sacar demasiado a mesa.
Burning Banners
El último juego del que os quiero hablar es Burning Banners, que también está llegando ahora a mecenas y a tiendas y que tiene un mapa hexagonal precioso (de los más bonitos que he visto) dividido en cuatro partes y muchas fichas de cartón con dibujos estupendos de cada tipo de tropa. Este es más de pegarse de tollinas y viene con un montón de escenarios predeterminados, que usan uno o varios de los mapas del juego. Cada uno de los ejércitos que se pegan entre sí tiene poderes y reglas diferentes.Confieso que de este sé muy poco, más allá de que me gusta visualmente ;), y que tiene buenas críticas a día de hoy.
En fin, ¿y vosotros? ¿Habéis jugado a este tipo de juegos alguna vez? ¿Tenéis alguno que os guste especialmente?
Saludetes,
Carlos
Del Great Battles of Alexander tenia su version adaptada de videojuego (publicado en una coleccion de cd-roms para quioscos) . Bastante accesible y con muñecos vistosos, naturalmente arrasabas a la IA.
ResponderEliminarEl Dragon Pass lo tengo en su version francesa y he jugado un total de 0 partidas; lo más que pude es convencer a un amigo a jugar un turno hasta q lo dejamos no recuerdo xq (a lo mejor era hora de salir). Tiene de bueno que tiene todo el color de Glorantha pero las reglas las veo por un lado muy aleatorias (tirada de salvacion del superheroe esencial) y por otra demasiado fijas (una unidad jamas puede vencer por si sola otra que tenga un punto más de fuerza).
De hecho como no tengo ganas de volver a intentar jugar, trate de venderlo pero lo tengo traspapelado. Es muy curioso buscar el primer reglamento - el de los 70s - y ver como ha cambiado la descripción de Glorantha.
Afortunadamente solo compre un wargame más y a este le pude sacar partido - el command&colours ancients - si no lo conoces es más sencillito con resolucion de combate sacando la cara apropiada en los dados especiales y turnos cortos ya que van con cartas.
Yo de NAC tengo por ahí la Guerra Civil Española y el Gibraltar. Como son de simulación, lo normal es que estos juegos estén hechos para que el resultado sea el histórico (lo que en estos tiempos locos de "balancear reglas" y "nerfeos" estaría fatal visto). El Sinaí también debe andar por casa aunque creo que nunca llegué a jugar. Luego llegó el Warhammer, el Risk (sus iteraciones más cafres como el mitológico o el 2220 son muy interesantes por todo el añadido de reglas) y creo que el más bestia que llegué a jugar fue el Soldier Emperor que estábamos ocho o nueve jugadores bien pertrechados de substancias, hicimos fotocopias de las reglas para estudiarlas y jugamos una tarde loca pero casi cada movimiento acababa en discusión...
ResponderEliminarJusto estaba averiguando algún wargame para iniciarme y llevarme al club. Me había decidido por Commands and Colors: Ancients Gracias Carlos.
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