Pues así a lo tonto, hace un par de días cumplí cincuenta añitos de nada. He comentado ya varias veces que el día antes de que yo naciera se murió Franco y el día siguiente coronaron a Juan Carlos I, así que se puede decir, sin riesgo a equivocarme, que nací en la más pura anarquía. A pesar de eso, he sido siempre un tipo bastante cumplidor de las leyes y jamás he quemado un ministerio ni he dinamitado un monumento fascista (aunque si algún día alguien se anima, dadme un toque y lo comentamos).
Durante todo este año he asistido a diversas celebraciones de amigos que nacieron el mismo año que yo y que montaron fiestas pantagruélicas en sus casas o en locales en los que han reunido a personas importantes de su vida (me alegro de que me hayan invitado). En previsión de que me montaran algo así a modo de sorpresa, le dije a mi Santa Esposa que ni se le ocurriera, que no me apetecía. No por nada, la verdad, pero es que llevo muchos años celebrando mi cumpleaños en familia con mi madre y mi mujer, que cumplen los años también en los próximos días. No es que me lo haya pasado mal en las celebraciones de mis colegas, pero no he creído necesario celebrarlo de un modo especial este año. Me siento bien, de hecho, mejor que nunca, pero no me apetecía montar el bodorrio. También hay que decir que una de mis hermanas se ha casado hace unos días y, ahora que no me leen (mi familia no lee este blog, la verdad), os diré que no tenía ganas de eclipsar su boda con mi propia celebración muy pocos días después.
Así que el día 21 lo celebré como todos los años, yéndome a cenar con mis hijos y mi mujer a un sitio chulo. Y en el puente de la Constitución ya lo celebraré con la familia. He de decir mis hijos me han hecho regalos espectaculares; el pequeño se ha montado un videojuego con Scratch, la mayor me ha hecho una hoja de personaje personalizada («Carlos el Irónico» se llama mi personaje...) y el mediano se ha montado un diorama de Gandalf y el Balrog enfrentándose entre sí a base de corcho, impresión en 3D y electrónica (¡las figuras se iluminan!) que es una pasada.
Mi Santa Esposa se me lleva a Roma en unos días, así que bueno, no he hecho celebración especial, pero desde luego que sí que va a ser un cumpleaños especial :).
He de decir que el día 21 me tocó llevar a mi padre al hospital porque le operaban de un ojo (nada serio, un pequeño quiste de grasa) y ya aproveché para comer con mis padres y mi hermano en la casa familiar de Coslada. Fue agradable darme una vuelta por mi viejo barrio, pero se me rompió un poco el corazón al confirmar que donde estuvo mi librería de cabecera, la Carreta, ahora hay una clínica dental o algo por el estilo. Comprendedme, en la Carreta me compré mis adorados librojuegos en los años 80 y también encargué mi primer juego de rol, El Señor de los Anillos de JOC Internacional. Pero claro, los dueños originales ya se habían jubilado, el hijo creo que intentó mantener el negocio, pero nada dura para siempre, así que al final ha vendido el local, y con él, una parte primordial de mi infancia.
Sin embargo, aunque me dio algo de pena (compartida por mis familiares), no me dejé llevar por las nostalgia. Esta no es una entrada en la que quiera hablar sobre la nostalgia, sino sobre el presente. El presente es lo único que tenemos. El pasado ya no existe y el futuro no sabemos lo que nos traerá. Desde luego, no hay que ignorar las enseñanzas de todos los años que hemos vivido, ni tenemos que dejar de prepaprarnos para el futuro, pero no sirve de nada anclarnos en lo vivido ni preocuparnos en demasía por lo que nos queda por vivir. Soy un firme defensor de disfrutar de cada etapa de la vida al máximo, y de seguir haciendo planes, sacando adelante proyectos y disfrutar de lo que cada momento nos trae. No he sido así siempre, ojo, pero supongo que, como leí hace ya muchos años en el Advanced Dungeons & Dragons, a medida que cumplimos años, nos vamos ganando puntos de Sabiduría ;).
Estuve hablando con mi hermano largo y tendido el viernes por la mañana y le comenté que quería escribir algunas cosillas, muchas de las cuales me gustaría publicar bajo su editorial, 77Mundos (sí, a estas alturas, es suya). Estuvimos haciendo planes, comentando posibilidades y creo que ya nos ha quedado claro cuál sería el libro en el que nos gustaría trabajar. Me hace ilusión poder ponerme con ello, a ver cómo sale la cosa. Ya os iré contando, que no quiero vender la piel del oso antes de cazarla, pero será algo de lo que ya os he hablado antes con matices y propuestas que me ha hecho mi hermano que me parecen de los más acertadas.
Observaréis también que he cambiado algo de la descripción de este blog. Bueno, de mi perfil, que ya no pone «Cuarentón» sino... otra cosa. Bueno, lo veréis los que entréis en el modo web, no los que leáis esto a través del móvil. Es cierto que aunque esto de los blogs cada vez lo lee menos gente, a mí no me importa demasiado. Lo escribo porque me gusta, y disfruto releyendo las entradas años después. Es como un diario personal, aunque no esté en cuadernitos, sino por la red, copiado en servidores por doquier.
Como me decía un amigo en una fiesta reciente de las que os he hablado, al final no nos ha ido tan mal a todos los amigos que nos conocimos en el colegio y el instituto. Quien más quien menos hemos prosperado en la vida y hemos salido adelante. Eso ya es muchísimo, y no me puedo quejar de la vida que he llevado hasta el momento. Espero que la vida me sonría muchos más años, y que pueda seguir leyendo, escribiendo, disfrutando de la gente y, por qué no, disfrutando también de poder charlar con todos los lectores de este blog de lo divino y lo friki, que para eso lo abrí hace ya casi veinte años.
Venga, vamos a por otros cincuenta, por lo menos :P.
Saludetes,
Carlos
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