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20 noviembre 2022

Os dejo las redes sociales

Hace unos días Elon Musk compró Twitter por más o menos lo que ganaría yo si currara durante un millón de años. De forma casi inmediata despidió a media plantilla, lió la de Dios es Cristo con el tema de las cuentas verificadas y, según lo último que he leído de sus andanzas, avisó a los restantes trabajadores de que se prepararan para currar horas infinitas a máximo rendimiento o que se fueran con tres meses de indemnización... opción esta última por la que optaron cientos de empleados de Twitter xD. Puestos clave para la plataforma desaparecidos en vísperas del Mundial de fútbol, un acontecimiento que suele venir acompañado de picos de demanda en Twitter. Muy hábil, Elon.

Todo esto me llevó hace unos días a plantearme, como muchos otros usuarios de Twitter, abandonar la red social y marcharme a otra. Lo cierto es que llevo relativamente poco tiempo en Twitter. Entré básicamente para llevar la cuenta de la editorial 77Mundos y cuando dejé de colaborar con ellos en junio, reactivé una vieja cuenta personal que tenía desde hace años (desde el 2014, para ser exactos). En estos meses he utilizado la red sobre todo para estar al tanto de lo que se cuece en el mundo del rol (como hacía cuando tenía Google Plus) y también para seguir a algunos periodistas, políticos o científicos interesantes. Pero vamos, estos últimos eran los menos; yo estaba en Twitter básicamente por el frikismo ;).

Estos días se ha hablado mucho de Mastodon como alternativa a Twitter. Estuve investigando unos cuantos días para ver si era interesante y la verdad es que lo que leí me gustó. Mastodon es una red social de código abierto que puede estar instalada en distintos servidores. De hecho, no hay un único Mastodon, sino que cualquiera puede crear su instancia/servidor y tú te puedes crear tu cuenta en la que creas que es más interesante. Podrás ver las conversaciones generales de esa instancia un poco como en cualquier red social, pero también puedes seguir a personas con cuentas en otros servidores, porque todas las instancias de Mastodon se pueden ver entre sí (siempre que el administrador de tu servidor no tenga bloqueados a otros servidores).

Visto de este modo, Mastodon es un poco como un foro, pero con la ventaja de que puedes seguir a gente de otros foros. Es decir, te puedes dar de alta en una instancia dedicada a los juegos de rol (por ejemplo, Mastorol.es) de modo que estarás hablando con gente a la que le gusta el rol, como a nosotros, pero después puedes seguir a periodistas, políticos o científicos que estén en otras instancias más generalistas.

Muchos de estos servidores los administran personas particulares que se encargan de pagar el alojamiento y los gastos del mismo, y también de actuar como moderadores. Es precisamente por eso por lo que comentaba que me recordaban a los foros, que funcionan de modo muy similar (por ejemplo, el foro de rol Comunidad Umbría o el de Nación Rolera). Llevo muchos años participando en foros y conozco como muchos pueden terminar siendo la pequeña dictadura de los administradores y también que muchos aguantan mientras el administrador aguante. Pero me parecen mucho más honestos en el sentido de que están siendo administrados por personas para las que el tema del foro/servidor es importante.

Así que Mastodon en realidad es algo que me recuerda mucho a lo que era en principio internet, con sus páginas web, salas de chat y foros administrados por gente apasionada de un tema. Con la ventaja de que aquí puedes seguir a gente de otros lugares, porque todas las instancias federadas de Mastodon se pueden comunicar entre sí. Echando un vistazo a algunas de estas instancias me di cuenta de que el tráfico era mucho menor que en Twitter, que no hay toots (el nombre de las entradas que escribe la gente) que tengan miles de interacciones... y que la gente que lleva tiempo en Mastodon lo prefiere así.

Confieso que estuve a punto de abrirme una cuenta en Mastodon, sobre todo cuando me enteré de que había un servidor en español sobre rol; no me importa escribir o leer en inglés, pero hay ciertas personas que sigo en Twiter ahora mismo que creo que terminarían cayendo en ese servidor. Que tenga menos tráfico y que no haya un algoritmo para mostrarte lo que el algoritmo se piensa que quieres leer me parecía ventajas y no inconvenientes.

Pero al final no me abrí la cuenta.

Y no lo hice porque en los cinco meses que estuve en Twitter con mi cuenta personal y los años que estuve llevando la cuenta de la editorial, Twitter se llevó demasiado tiempo de mi vida. No llegué nunca a instalarme la app de Twitter en el teléfono móvil (igual que no tengo la de Facebook o la de Instagram), pero aun así accedía vía navegador a echar un vistazo a mi cuenta todos los días. Tengo instalada una app en el móvil que me dice el tiempo que he pasado en el móvil cada día, que me cuenta que, cada día estoy unas tres horas y media enganchado al aparatito. Desde que dejé de entrar en Twitter hace una semana, la media de acceso diario ha bajado a las dos horas y media, más o menos. No hay que ser un genio matemático para deducir que cada día me tiraba como una hora dándole para abajo a la línea de tiempo de Twitter, entretenido mirando a la gente charlar de sus cosas y contando mis mierdas de cuando en cuando.

Y es que hay que admitir que engancha. Engancha soltar una reflexión (o una parida) y que al instante tres o cuatro personas digan que les gusta lo que has escrito, y luego suba a un par de decenas de personas a lo largo del día si la cosa ha gustado mucho. También te llegan cosas interesantes que no tienen que ver con tus aficiones sino con las de otros. Pero al final, de este modo, cada dos por tres estás sacando el móvil del bolsillo y dándote una vuelta por tu Twitter, tu Telegram, tu Whatsapp, tu cuenta de correo, la página del periódico...

... ¿no os ha pasado alguna vez que notáis que el móvil os llama, como el Anillo Único llamaba a Bilbo o a Frodo desde el bolsillo de su chaleco de hobbit? Y del mismo modo que los señores Bolsón, muchas veces simplemente miramos nuestro tesoro, lo acariciamos y perdemos la noción del tiempo viendo cómo brilla.

Estos días estoy viendo a mucha gente en la tele a la que les preguntan si pasan tiempo en Twitter y qué sentirían si cerraran la red social. Muchos de ellos te dicen que si lo hicieran se sentirían fatal porque dejarían de estar conectados con su gente.

Pero en fin, no sé vosotros, pero yo el viernes me fui con mi familia a las navidades mágicas de Torrejón (y estuvo muy bien, a pesar de que yo para eso de la Navidad soy más bien el Grinch), ayer estuve en la casa nueva de un colega que conozco desde el colegio y hoy me voy a comer con unos amigos que conocí cuando vivía en Santa Eugenia. Vale que no todos los fines de semana son tan animados, pero yo no necesito las redes sociales para tener vida social. Es más, las redes sociales me quitan tiempo para hacer muchas otras cosas.

El filósofo Franco Berardi dijo en una ocasión que «existe un malentendido a propósito de la riqueza. Pensamos que la riqueza es una acumulación de bienes cuando en realidad es el disfrute de los bienes. Lacan habla de la continua estimulación del deseo que no encuentra placer. Ese es el corazón de la infelicidad contemporánea». Desde que dejé de colaborar en la editorial y me quité de encima muchas responsabilidades, estoy redescubriendo un mundo de actividades que hacía mucho que no realizaba. Me he leído aproximadamente dos docenas de libros en estos últimos meses. Cada hora pasada leyendo me ha resultado más reconfortante que una hora pasada en las redes sociales, consumiendo lo que el algoritmo quería que consumiera en lugar de lo que yo quería.

Estoy convencido de que habrá gente que disfrute con las redes sociales, a la que no le importe invertir horas y horas navegando y interactuando a través de ellas. Yo ya no lo hago. No me interesa. Me es suficiente leer el periódico al que estoy suscrito para enterarme de lo que sucede en el mundo, tengo un par de webs donde se habla de política y ciencia que me interesan y tengo amistades en el mundillo con las que hablar del mismo. Y trescientos o cuatrocientos libros en la buhardilla pendientes de leer.

Os dejo las redes sociales.

Saludetes,
Carlos

14 comentarios:

  1. En mi caso, aparte del tiempo gastado, tenía un problema con que me mostraran contenido de terceras personas, sugerido o por retweets. Al principio simplemente no me interesaba y pasaba mucho rato dándole a "no mostrar", "no me interesa", pero daba igual.

    Recuerdo de mis últimos días un hilo de un tercero quejándose de que no le habían diagnosticado de un trastorno mental específico que creía que tenía, y comentarios dándole la razón contando sus propios autodiagnósticos porque "cómo va a saber nadie lo que tienes mejor que tú".

    Lo último fue una viñeta de tipo sexual bastante misógina que hirió mi sensibilidad (no creía que nadie fuera capaz a estas alturas 😅). Me dio mucho asco, y comprobé con sorpresa que la gente la celebraba. Lo peor es que el mismo día antes había pedido que no me mostraran contenido de ese perfil.

    También recuerdo que un cliente descontento con el trabajo de un compañero se molestó en buscar su perfil personal y acosarlo. Lo denunciamos y cayó en saco roto. Y eso era antes de Elon Musk.... Llegué a la conclusión de que me enfadaba más de lo que me aportaba.

    Es una pena porque hay gente que postea reflexiones interesantes y puedes ver en qué andan los popes del mundillo... recuerdo especialmente entretenidos los posts de Mar Calpena o Tiberio.

    Pero bueno, desde entonces me he volcado de nuevo en la blogosfera. El mundillo del OSR, AngryGM, Justin Alexander... Todavía me proporcionan horas de lectura y novedades.

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    1. Yo estuve también un tiempo teniendo que darle al botón de «no me interesa» porque un contacto no hacía más que retuitear fotos de señoritas en posturas sugerentes. Y como no dejaban de llegar, tuve que dejar de seguir al sujeto en cuestión. Es que en esos casos, si no haces nada, el algoritmo entiende que estás de acuerdo y te envía todavía más contenido del estilo.

      Al final creo que la sensación de que te cabrea más que lo que te aporta se termina imponiendo. Yo he de admitir que a base de dejar de seguir a ciertas personas e incluso bloquear a algunas (admito que pocas), tenía una línea de tiempo bastante saneada. Pero aún así, también había gente que decía «fijaos lo que dice este» y lo retuiteaba, así que era difícil no indignarse todos los días un poquito.

      Echaré de menos a algunos perfiles como el de Mar o el de Tiberio, desde luego, pero no pasa nada. Les leeremos a ambos en las entrevistas que les hagan o por el trabajo que publiquen (¡o les veremos en las convenciones roleras!). Como hacíamos antes con las personas creativas que nos aportaban su arte.

      Yo nunca he dejado de estar en la blogosfera. De cuando en cuando añado gente nueva al listado de blogs de la parte derecha, y cada año encuentro a gente nueva e interesante. Y a inasequibles al desaliento que siguen publicando :).

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  2. "¿no os ha pasado alguna vez que notáis que el móvil os llama, como el Anillo Único llamaba a Bilbo o a Frodo desde el bolsillo de su chaleco de hobbit? Y del mismo modo que los señores Bolsón, muchas veces simplemente miramos nuestro tesoro, lo acariciamos y perdemos la noción del tiempo viendo cómo brilla."

    Imposible describirlo mejor. ¡Bienvenido (otra vez) al club!

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    1. Gracias. La metáfora del Anillo y la tecnología creo que ya la había comentado antes. Y realmente, me parece que da en el clavo con el sentimiento tanto de ansia como de vacío posterior.

      Gracias también por la bienvenida (otra vez) al club de los ermitaños roleros. Si es que no me tenía que haber dejado tentar otra vez por los cantos de sirena de las redes sociales xD.

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  3. Yo no estoy contento con Twitter, la verdad, ni con en general ninguna red social. Tras la caída de G+ solo tenía Mewe, que entraba para poner las entradas del blog y ver que hacían los tres o cuatro americanos que seguía que me gustaba lo que hacían. Y ya.

    Ahora por la editorial tengo que estar en Twitter y, la verdad, me reafirmo en mi antiguo prejuicio: no me gusta. Yo tuve Twitter en la facultad (hace ya 12 años) y me lo dejé porque no me gustaba nada lo que me aportaba. Ahora por temas profesionales estoy más o menos a gusto, pero al final te come mucho tiempo y mucha RAM mental. Pero bueno, hay que seguir, pero siendo consciente de lo que es.

    La verdad es que el mundo de las redes sociales es interesante, pero a mi personalmente me quita mucho más de lo que me da. Poco a poco haré las paces con eso, aunque no se como.

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    1. Cuando llevaba el Twitter de 77Mundos lo que me ayudaba era el hecho de que no era personal. Es decir, no seguía a ningún perfil político o periodista y todo lo que ponía o respondía era en nombre de la editorial, así que mantenía una distancia emocional muy saludable.

      Cuando ya me hice el perfil personal y metí mucho más de mi vida ahí... bueno, no puedo decir que haya tenido malas experiencias, pero pones mucho más de ti y no creo que recibas tanto como para que compense. No me gustaba el modo en el que estaba usando la red social.

      Creo que mi mujer, por ejemplo, hace un uso distinto de las redes sociales: ella no se mete en polémicas, no sube muchas cosas más allá de alguna pregunta o algo en un grupo de Facebook (en el grupo del pueblo, en concreto) y por lo general simplemente entra por la noche a echar un vistazo y entretenerse. Esa distancia emocional con la red social es la misma que mantenemos con la tele, que la ponemos para que haga ruido en el salón mientras nos dormimos.

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  4. De un tiempo a esta parte mi presencia en las redes ha disminuido considerablemente.
    Mi cuenta de Facebook ha sido eliminada por completo (ya estaba cansado del caralibro)
    En twitter basicamente publico una cancion diaria durante todo el otoño. Una pedrada que se me ocurrio en instagram y la traje a la red del pajarraco azul. Ademas de eso contesto algun tuit pero en rara ocasion.

    Y del resto de redes olo en instagram estoy mas activo, con las canciones como he dicho antes y con cervezas artesanas sobre todo. Despues con fotos de escapadas que me hago con el peque.

    Espero poco a poco retomar mi andadura por los foros y si me encuentro con fuerzas reflotar el blog.

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    1. Yo no he borrado las cuentas de Facebook ni de Twitter, por si en algún momento alguien me envía algún enlace a algo que quiera ver. También, lo confieso, por dejarlas creadas y que la gente no se dé de alta con mi correo electrónico (cosa que, por ejemplo, me pasó en su día con Discord).

      Si sois capaces de usar Instagram, Twitter o cualquier otra red social con cordura y sin que os suponga un problema, adelante. A mí me absorbe demasiado; prefiero pasar por completo de ellas.

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    2. Yo por eso mismo borre mi cuenta de Facebook, pq me absorbía demasiado tiempo.

      La de Twitter la sigo teniendo y así seguirá hasta que la Red del pajaro se desplome (algo que dudo vaya a ocurrir).

      Instagram si la tengo para subir las fotuelas, hablar con alguna gente y poco más.

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    3. Yo tampoco creo que Twitter vaya a explotar. Otra cosa es que haya caídas puntuales. Si me voy no es porque crea que va a dejar de funcionar, sino por un problema mío con las redes sociales. Me da lo mismo que sea Twitter que sea Facebook o la que sea.

      De todas formas... tampoco descarto que de repente se caiga Twitter uno o dos días. Cosas más raras se han visto xD.

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  5. Lo de la esclavitud del móvil es un hecho. Yo tomé la decisión de quitarme tiempo de pantallas y he ganado en vida familiar y de pareja que no veas. Sin series (que al final son deberes aborregantes más que un placer), sin Umbría (al ritmo que me gusta dirigir es que se me va la vida) y sin café (¿existe algo más degenerado que clavarse un vaso de agua caliente con nescafé descafeinado y azúcar tres veces al día? ) mi vida ha dado un cambio a mejor.

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    1. Nosotros las series no las hemos abandonado, sobre todo porque las vemos en familia; ahora mismo estamos viendo The Office a la hora de la cena y Desencanto a la hora de la comida xD.

      Sobre Umbría yo ahora mismo tengo seis partidas activas (una la dirijo yo, pero a mi ritmo pausado habitual). Pero salvo una que tiene ritmo diario, el resto son más tranquilitas. Para mí eso no está mal, que he llegado a tener más de diez a la vez xD. De todas formas, en Umbría estoy procurando no meterme en nuevas partidas cuando termino alguna. No lo estoy consiguiendo siempre, pero mi objetivo es quedarme con una o dos partidas.

      Café no tomo :D.

      En cualquier caso, estoy de acuerdo en que el móvil y las pantallitas nos esclavizan. Luchan por nuestra atención con armas muy poderosas. Por cierto, hablando de esto me leí hace tiempo un artículo interesante: How behavioural economics helped me kick my smartphone addiction

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  6. Nunca he sido de tweeter, eso sí, me he apuntado a mastorol a ver qué se cuece.

    Personalmente creo que cuando cayó g+ perdimos la oportunidad de saltar al feediverso/federación.

    Creo que estar pendiente del móvil y de la gratificación inmediata que proporciona es perjudicial, hemos perdido la capacidad de aburrirnos y con ella, la de reflexionar.

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    1. Pues mira, no te digo yo que no; lo cierto es que Mastodon y todo el fediverso me parecen una buena idea, mucho más fiel al concepto abierto, libre y cooperativo de Internet que las redes sociales «propietarias».

      Por desgracia, opino como tú, las redes sociales y el móvil nos han hecho estar demasiado pendientes de lo inmediato, sin dejarnos tiempos para la reflexión o el disfrute. No se puede perder todos los días una hora moviendo el dedito bajando por el timeline.

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