Jueguecillos del Facebook

De vuelta de las vacaciones (qué lejos quedan), he decidido dejar los jueguecillos del Facebook. Son una droga tonta.

Cuando entré en Facebook por primera vez, me fui encontrando distintas aplicaciones, la mayoría para hacer encuestas, comparar tus resultados con los de los amigos, etc. Pero también con los primeros jueguecillos. Me enganché durante un tiempo a unos cuantos, pero los fui dejando uno tras otro. La lista es más extensa de lo que recordaba:

• Armies: Comienzas con un novato con una pistola y cada día puedes pegarte hasta 20 veces con otros jugadores. Con cada lucha ganada (pura estadística), ganas dinero con el que conseguir armas y aumentar tu fuerza. Con más fuerza puedes pegarte con gente más fuerte y comprar armas mejores y pegarte con gente más fuerte, y así ad nauseam.
• Space Fight!: Lo mismo que el anterior, exactamente, pero con naves espaciales y armas de ciencia-ficción. Este me duró más porque me dediqué a conseguir la mejor nave tipo Star Trek y las mejores armas relacionadas con dicho universo, ignorando el resto. Fue un juego dentro del juego para mi, pero cuando ya las conseguí todas, dejé de jugar.
• Guerra de Pandillas: Una variación algo más sofisticada. Te podías seguir pegando con otros jugadores pero también hacer misiones (o sea, pegarte con la máquina), o comprar territorios. Pero vamos, el objetivo era hacerse más fuerte para comprar cosas, ser más fuerte y pegarte con gente más fuerte y... [bucle infinito]
• Fantasy Wars: Una ligera variación sobre el anterior, con la posibilidad de moverte por una especie de mapa buscando distintas misiones. El colmo era que en este juego, para llegar a ciertos sitios tenías que tener un mínimo de gente en tu equipo, o sea que encima había que evangelizar a tus colegas de Facebook para que jugaran también... no jugué mucho a este.
• D&D Tiny Adventures: Este creo que está patrocinado por los de Wizards of the Coast para promocionar el D&D. Aquí te creas un personaje y vas cumpliendo aventuras, subiendo de nivel, etc. Las aventuras tardan un tiempo (de la vida real) en completarse y puedes dejar al personaje "jugando solo" un tiempo. Cuando uno te llega a nivel 11 lo retiras y te haces uno nuevo, pero a medida que jubilas personajes se te abren opciones para los nuevos héroes como heredar parte del dinero del anterior o un objeto mágico.
• Castle Age: Como el Fantasy Wars, con algunos añadidos. No he jugado mucho.

El problema de todos estos jueguecillos es que en realidad son todos una evolución, mayor o menor, de los MMORPG de toda la vida... y esos juegos siempre me han terminado aburriendo. Los MMORPG son, en esencia, los abuelos sólo texto del World of Warcraft ;). Estaban muy influenciados por el D&D en el sentido de que te creabas un personaje, ibas haciendo misiones, consiguiendo tesoro y subiendo de nivel para... no lo voy a repetir más veces...

Admitámoslo, en esencia, subir de nivel por subir de nivel no tiene mucha gracia. Lo que está bien en una partida de rol de mesa son las aventuras que juegas, las anécdotas, las cosas que se inventan másters y jugadores... y lo que esta bien en los MMORPG y, en gran parte, en el WoW, es la posibilidad de hablar con más jugadores, montar clanes donde unos se apoyan a otros, competir con otros equipos, es decir interactuar y competir con otros seres humanos.

La interacción con otras personas es bastante rudimentaria en el caso de los juegos del Facebook (o bien yo no la he sabido encontrar), y eso le resta atractivo, a mi modo de ver. Cuando he vuelto de las vacaciones, el único al que seguía jugando era el "Tiny Adventures", y antes de volver a dar al botón de "Find Adventure" me he fijado en que era un poco absurdo, y bastante aburrido.

Así que, a partir de ahora, paso de juegos de Facebook, y de encuestas absurdas y, por tanto, del 90% de cosas que se pueden hacer con Facebook ;). Creo que volveré a utilizarlo para saber las cosas que les pasan a los colegas y que cuelgan en su muro, y poco más...

En el fondo, sabía que tarde o temprano terminaría haciendo algo por el estilo

Saludetes,
Carlos