Creo que lo primero que hay que destacar de este año es que el Ayuntamiento se ha portado bastante mal con los organizadores. Un par de semanas antes de la celebración de las jornadas les avisaron de que había un par de pistas que no iban a poder usar porque se iba a celebrar el mismo fin de semana un campeonato de hockey. Por culpa de este cambio de última hora, nos quedamos sin la zona de ludoteca y sin la de prototipos. Para más inri, dos días antes les redujeron el aforo del recinto principal de las 1.140 personas de otros años a 800. Por lo que he averiguado, esto fue decisión de los bomberos, pero no sé por qué otros años el mismo lugar podía albergar a casi un tercio más de personas que este. La organización de las LES, al enterarse, cerraron el aforo y sé de buena tinta que ha habido gente que quería ir y que al final no pudo hacerlo porque no pudo apuntarse. Yo mismo he dejado muchas veces la inscripción para el último día y en esta ocasión fue cuestión de suerte que lo hiciera a tiempo.
Lamento tener que comenzar la entrada de este modo, pero me parece realmente lamentable que el Ayuntamiento tenga tan poco respeto por unas jornadas que van ya por su sexta edición y que congregan de forma regular a más de 5.000 personas venidas de todo el país. Supongo que además no podrán quejarse demasiado o el año que viene no tendrán la posibilidad de repetir en el lugar, pero es francamente desolador. No me quiero meter en conspiranoias sobre los motivos del Ayuntamiento de Madrid para poner tantas trabas; simplemente diré que me parece una falta de respeto y de seriedad por parte de la corporación municipal.
En fin. Vamos a lo puramente friki.
Este año me lo he pasado francamente bien en las jornadas. Como de costumbre, le dediqué casi todo el fin de semana al evento. El viernes fui yo solo y lo pasé chafardeando con los amigos frikis y visitando el mercadillo solidario. Fui con Roberto Alhambra (¡el alma de RA Games!) que es vecino ripense y allí nos encontramos con los colegas Rubén y Rubén, un par de canarios enormes, tanto física como espiritualmente; qué personas más majas que son los dos. Estuve hablando con Meroka (de Rol Gratis), con Tiberio (de HT Publishers) y con Juan Carlos Herreros (de Sombra) y con sus parejas y compañeros. Les prometí llevrame algo de cada uno de sus stands y cumplí mi promesa el sábado, que me llevé una mochila xD. Como de costumbre, hablamos de lo humano y lo friki y me alegré mucho de poder intercambiar unas palabritas con ellos.
También saludé a Mae, de Holocubierta, a mi hermano y mi cuñada (dos de los nuevos dueños de 77Mundos) y a Taralvar, que no es dueño de nada pero que se crio en mi mismo pueblo y es más majo que las pesetas :D. Y a lo largo del fin de semana me encontré a José Masaga, al Cabo Hicks, a Capitán Mordigan, a Ignacio Sánchez (de Walhalla), a JMPR (de Holocubierta), a Jan Cantor, a David Mollá (autor de Cybersalles)... ay, seguro que me dejo a personas por mencionar, porque al final termino encontrándome a un montón de gente con la que hablo con frecuencia por Internet, pero no me lo tengáis en cuenta, ¡sois muchos!.
Este año me pasé el viernes por el mercadillo. Me había planteado llevar algo para vender, porque ya no me entran los libros en las estanterías, pero lo cierto es que me dio mucha pereza hacerlo; tendría que haber imprimido las etiquetas, llevarlo todo el viernes, recoger lo no vendido el domingo... en fin, hay que decir que la organización se lo curra para que todo funcione lo mejor posible, y que tienen muchísima experiencia en colocar los juegos en los expositores, organizar la cola, cobrar, devolver, etc. Un 10 en ese sentido. Pero se ha hecho tan popular con el paso de los años que al final te tiras mucho tiempo en la cola y luego tienes que ir a toda prisa porque somos muchos. Supongo que podría ser más sencillo si no hubiera que hacer turnos, pero como hay hijos de puta que roban en mercadillos solidarios, pues hay que tomar este tipo de medidas.
Yo me tiré una hora haciendo cola el viernes para entrar. Estuve charlando con Turbiales, así que no lo considero tiempo perdido. Pero después, en la media hora que tuve para bichear un poco una vez pude entrar, apenas encontré nada de rol. Y es que otros años siempre había encontrado juegos viejunos a buen precio, pero eso parece haberse terminado; lo que más hay en el mercadillo, igual que en las tiendas especializadas, son juegos de tablero. A tutiplén. Cierto es que algo terminas encontrando, que este año para mí fue un ejemplar de Nuestra mejor y última esperanza, que compré por cinco eurillos. Pero vamos, que cada año me merece menos la pena. El rol es escaso y los juegos de tablero no hay manera de verlos y valorar su compra en el tiempo que tienes para estar por ahí. Supongo que lo de no tener tiempo es inevitable, porque cada vez somos más y no hay modo de organizarlo de otra forma. Pero lo de la falta de rol me fastidia más porque me da la impresión de que ya nunca habrá otro mercadillo con cosas viejunas que rapiñar como ha habido otros años. Bueno, veremos qué nos trae el futuro.
Terminé la noche del viernes cenando de raciones con Roberto, los Rubenes, Adrián (otro canario), Gilen y Jorge Arredondo (autor de Fábulas). Una más que agradable cena hablando de nuestras frikadas.
El sábado estuve todo el día con mi hijo pequeño, David, porque su madre y sus hermanos se fueron a las Japan Weekend a pasárselo genial ;). David y yo pululamos por el recinto por la mañana y probamos algún que otro juego de mesa; aunque no había ludoteca, bastantes editoriales tenían juegos que la gente podía probar en sus mesas. La gente de las tiendas que conocía me comentaron que habían notado un bajón en la asistencia este año, probablemente porque al final los problemas sobre aforo hicieron un poco de efecto disuasor. Lo siento por las tiendas, la verdad.
Comimos en un restaurante cercano con Gilen, Roberto, uno de los Rubenes (Navarro) y José Masaga. Intentamos volver relativamente pronto porque estábamos apuntados mi hijo y yo a una partida... pero nos comimos una hora y diez minutos de cola antes de poder entrar. La tarde del sábado es cuando más gente hay en el recinto principal de las LES y ahí es donde se notó que quitar un tercio de aforo hizo mucha pupa. Porque yo creo que si no hubiera estado esa limitación habríamos entrado sin problema. El resultado es que muchas partidas se quedaron sin jugadores que no pudieron entrar, yo entre ellos. Por suerte, al final sí pudimos jugar y encima a... ¡un torneo!
Y es que las buenas gentes de Outremer habían montado un torneo de rol en el que seis grupos de jugadores recorrerían las entrañas del Castillo Xyntillan en busca de fama y oro. Había unas reglas para calcular la puntuación final y cada grupo tuvo dos horas exactas para conseguir el máximo de puntos posibles. Arbitraban Javier (el dueño de Outremer) y José Carlos (el maravilloso autor de Axis Mundi) y dirigieron cada uno tres partidas: una por la mañana y dos por la tarde (aunque una de por la tarde la tuvieron que suspender por culpa de la gente que se quedó fuera, como mi hijo y yo, por el aforo).
Confieso que me lo pasé muy bien con esta partida. Se usaban las reglas de Aventuras en la Marca del Este y personajes pregenerados, junto a un grupo de mercenarios para compensar los grupos que tuvieran menos PJ. En mi grupo jugamos mi hijo (con una guerrera) y yo (con una maga) y David Mollá (con un clérigo) y, apuntándose en el puñetero último minuto, y después de una hora y media en la cola, Héctor Ruiz, que llevó (y muy bien) al ladrón del grupo. Teníamos también a dos espaderos, un alabardero y un arquero como PNJ de apoyo mercenario, y las dos horas que jugamos fueron muy frenéticas.
Entramos en el Castillo por un patio, nos cargamos a muertos vivientes, recorrimos salas encantadas, nos atacaron caballos fantasmas, luchamos contra enanos siniestros, un mercenario se nos murió dos veces (sí, lo revivimos con pociones de resurrección, pero se nos murió de nuevo) y, en general, lo pasamos estupendo. Conseguimos quedar los terceros gracias a un hacha de piedra que resultó ser un arma mágica que valía un montón de oro y que casi tiramos por pensar que no valía para nada. Sinceramente, espero que haya más torneos de este tipo en el futuro, porque me lo pase muy bien jugando.
Ah, y que sepáis que el Castillo Xyntillan está ahora mismo en proceso de financiación. La campaña es esta: Campaña de Kickstarter del Castillo Xyntillan y de verdad que tengo muchísimas ganas de que salga adelante con el máximo de metas desbloqueadas y que nos llegue a todos los mecenas. Tiene pinta de ser muy, muy divertido de jugar.
Terminamos el sábado comprando un poquito en las tiendas. Tiberio me firmó un ejemplar de Personas y Dados, y yo pillé un Cyberpunk, varios libros de la campaña de El Enemigo Interno para Warhammer y unas cuantas aventuras de Clásicos de la Marca que no tenía. Un botín suculento que iré leyendo en los próximos meses.
Como mi pobre hijo pequeño ya estaba un poco cansado, nos volvimos para Rivas y, después de encontrarnos con el resto de la familia que volvía de las Japan, cenamos todos fuera.
El último día, el domingo, solo fuimos por la tarde a las LES, pero en compensación, fui con mi mujer y mis tres hijos. Por la mañana estuvimos en el cumpleaños de mi suegra, por el Retiro y, después de comer, nos paseamos por las jornadas. No tuvimos que hacer cola para entrar, por suerte, aunque no nos dio tiempo más que a dar una vuelta por los distintos expositores, hablar con unos y otros y, finalmente, participar en el sorteo de todo el material cedido por editoriales y otros patrocinadores. Nos tocó un juego de tablero (Meeple Company, de Falomir) y nos compramos otro en una tienda a punto de cerrar (un Tantrix, que habíamos probado antes). Después de despedirnos de los aficionados, dimos por concluida la visita a las LES.
Como conclusiones generales diré que me lo pasé muy bien este año. Creo que mejor que el anterior, y me parece que la razón principal fue que eché una partida de rol :D. Os parecerá una tontería, pero al final es que a esta afición venimos a jugar. Ya lo he dicho muchas veces: leer, preparar partidas y soñar despierto está bien, pero nada es tan satisfactorio como echarse una buena partida. El rol como se disfruta de verdad es jugándolo.
Siento los problemas que ha tenido la organización, la verdad. El sitio al final se les queda pequeño, sobre todo si les quitan pistas ya comprometidas previamente. Pero es que es complicado que encuentren un sitio mejor porque para ello igual tendrían que cobrar una entrada de 5 o 10 euros para poder alquilar un lugar más grande y creo que no es algo que esté en sus planes. Tendrán que seguir dependiendo de la buena voluntad del Ayuntamiento, que realmente podría esforzarse por apoyar un evento multitudinario y solidario, organizado por amor al arte y sin ánimo de lucro. Pero igual eso, un poquito de apoyo, es pedir demasiado.
No quiero terminar con una nota amarga la entrada, así que simplemente diré que me lo pasé muy bien, disfruté de hablar con todo el mundo y que repetiré, por supuesto que sí, el año que viene y todos los que pueda.
Saludetes,
Carlos